Leo en la prensa de hoy, que Educación quiere ponerse en contacto
con el Ayuntamiento de Zaragoza, para que a través de los servicios sociales de
esta institución, se detecte a las familias en riesgo de exclusión social, con
hijos de tres años, y efectúen una labor de concienciación para que se
redistribuyan estos alumnos/as por todos los centros de la zona en la que
viven. Es un primer paso, pero una medida más cosmética que otra cosa. Quien
haya trabajado en un centro con alta concentración de alumnos/as ACNEAEs, sabe
que la acumulación de estos niños/as en un colegio, no se debe a que los
padres/madres no hayan pensado en que hay otras alternativas. La primera causa
es la concentración de la vivienda de carácter social en determinados puntos,
sin que nunca se hay intentado una distribución de las mismas más dispersa,
pero claro, para algunos puntos de vista, esto podría crear alarma social. Otro
factor importante últimamente es la acción de determinadas ONGs en algunos
colegios, favoreciendo la adquisición de becas privadas para material escolar,
comedor y todas las necesidades escolares de los niños/as con necesidades que
se matriculan en esos centros.
Desde estas
circunstancias, no hay convencimiento que pueda motivar a las familias a
solicitar un colegio diferente, donde no van a poder encontrar las ventajas que
se dan en los centros donde se acumula la población socialmente desfavorecida.
Circulan muchas estadísticas que pueden estar desvirtuadas por varios motivos,
desde la imposibilidad legal de detectar a algunos sectores desfavorecidos,
puesto que se tacharía a quien lo haga de políticamente incorrecto, el
colectivo gitano por ejemplo, hasta la incapacidad de la misma Administración de
dotar a los colegios con los orientadores necesarios que puedan oficializar
estas situaciones, y ya se sabe, que si un problema no tiene la etiqueta
oficial, ese problema desaparece de cara a las estadísticas. Pero hay un valor
que está actualizado y que es demoledor a la hora de comprobar la realidad
social de un colegio. Las becas de comedor escolar. Si un colegio tiene gran
cantidad de alumnos/as con beca, es que hay están matriculados los hijos/as de
familias con necesidades económicas, lo que nos lleva a sectores sociales
desfavorecidos.
La realidad es la
que es, y es necesario redistribuir a los niños/as en todos los colegios para
que la futura integración social sea posible. Mientras tanto algo hay que
hacer, no puede uno no contabilizar un problema y pensar que no existe. Así que
la solución pasa por discriminar. Sí hay que discriminar, pero haciéndolo
positivamente. Quizá la solución pase por rebajar la ratio de los colegios con
un porcentaje alto de becas de comedor a la mitad. Quizá se debería de dotar a
estos centros con más presupuesto que al resto, para así poder compensar las
carencias materiales y tecnológicas, que sus alumnos/as tienen en casa, con las
que el colegio tiene en su dotación. Quizá la
adscripción del profesorado a estos centros debería ser voluntaria y premiada
de alguna forma, para que ningún maestro/a se sienta oprimido profesionalmente
por una realidad social que no se corresponde a la de la generalidad. Quizá se
debería dotar a estos centros de una autonomía metodológica y organozativa más
amplia, con una implicación más importante por parte del Servicio de Inspección,
que pudiese y debiese acudir con
frecuencia al colegio y animar y asesorar a los docentes del mismo. Quizá la
solución temporal pasa por reconocer la realidad, y no negarla. Quizá hay que
ser menos políticamente correctos y llamar a cada cosa por su nombre. Quizá al
tener mejores condiciones, gracias a una discriminación positiva, se pudiesen
conseguir mejores resultados. Quizá si desde la Administración se hiciese una
buena publicidad de estos resultados, no con la boca pequeña a los
profesionales, se consiguiese mejorar el efecto llamada de estos colegios.
Quizá el tratar a todos con el mismo rasero sea la situación más injusta que
puede darse. Quizá algún día nos atrevamos a mirar a la realidad de frente y no a través de un espejo.
IMAGEN ALBA LAMUELA