Sin duda si se produce un cambio de gobierno a nivel nacional, estas cosas cambiarían, incluso con el cambio autonómico, puede darse cierta desobediencia a los dictámenes de Madrid. Lo que no va a pasar es el cambio de la evaluación, no vamos a dejar de evaluar competencialmente ni a dejar de tener que considerar los estándares de evaluación. Estos no vienen determinados por el cambio de la ley, si hubiésemos seguido con la LOE hubiésemos tenido que adaptarnos de la misma manera, es más, ya a final de etap,a debíamos evaluar a los alumnos/as competencialmente y reflejar esta nota en el expediente. Lo único es que en la mayoría de los casos, pasábamos de hacerlo bien y trasladábamos la nota de área a la competencia que más se le parecía. Así poníamos en la nota de la competencia matemática, la nota del área matemáticas, en la nota de la competencia lingüística, la del área de Lengua Española y así sucesivamente.
Este tipo de evaluación tiene que ver con la realidad europea y es una necesidad de convergencia, luego no nos vamos a librar de cambiar nuestro concepto evaluador, y además creo que es de las pocas cosas buenas que tiene el cambio de ley, esta necesidad evaluadora nos obliga a un cambio metodológico, y por lo tanto a reflexionar sobre nuestra práctica docente y mejorarla.

Lo importante de la evaluación no es nuestro papel de juez, nuestra misión no es dictar sentencia sobre lo que se sabe y lo que no se sabe, nosotros somos mecánicos, capaces de encontrar problemas para repararlos y de encontrar las virtudes para potenciarlas. Si un mecánico no es capaz de estas dos cosas, y solo pudiese decir si un coche está estropeado o si funciona bien, no sería necesario, eso ya lo ven los conductores.
Debemos ver la evaluación como un instrumento que guía nuestro trabajo, y por lo tanto, a mayor calidad de la misma, mejor diagnóstico y mejor realización de nuestra labor.
Otra cosa es que nos tengamos que dedicar solo a evaluar, hay que saber encontrar el punto medio para que sea eficaz. Pero desde luego no podemos continuar evaluando con las notas de los controles de la guía del profesor, puesto que así nuestros argumentos ante una queja por la evaluación se reducen a: "el alumno/a ha sacado un cuatro con dos", y sin darnos cuenta con estas frases mostramos nuestra endeblez pedagógica. Así que me temo que este camino tiene en lo esencial muy difícil vuelta atrás, gane quien gane las elecciones.
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