Llevamos tres años evaluando por competencias en el colegio. Los
dos primeros, como jefe de estudios, analizaba las calificaciones de todos los
alumnos/as de E. Primaria del centro; ahora como tutor, lo hago de los niños/as
de mi tutoría. Como es un tema que me interesa estudio las calificaciones
tanto competenciales como de área y sus variaciones, incluso realizaba y
realizo estadísticas de dichas variables.
En las notas de
área se producían variaciones entre las diferentes asignaturas, no deja de ser
normal, puesto que dichas calificaciones ponderan la adquisición o no de los
contenidos programados, independientemente de la capacidad del alumno. No
registran la facilidad para su aprendizaje, sino el resultado final. Como todos
sabemos, dependiendo de la sinergia del niño/a hacia la materia o hacia el
docente, las calificaciones se encauzan hacia el éxito o el fracaso. No es
infrecuente que un alumno sea calificado con un suficiente en el área de
matemáticas y un notable en Lengua Española, incluso que esa diferencia se dé
entre dos áreas de marcado perfil lingüístico, como son Lengua Española e
Inglés.
Sin embargo, cuando
se analizan las calificaciones competenciales, a poco interés que el claustro
haya puesto para realizarlas con un mínimo interés (nosotros utilizamos nuestra
herramienta, que ni mucho menos es perfecta, pero nos ayuda en nuestra
labor), observamos que difieren unas de otras muy poco. Es más, hay muchos casos
en los que se repite la misma calificación para todas las competencias a
evaluar. Esta situación me ha llevado a plantearme si hay que separar la
evaluación del proceso de aprendizaje de los alumnos en diferentes estantes
competenciales, o si en realidad, lo que hay que separar son diferentes
destrezas dentro de una misma capacidad competencial.
Cada vez estoy más
convencido de lo último. Una persona, a la hora de solucionar un problema o de
afrontar una cuestión no separa su capacidad, o es competente para hacerlo, o no lo es, pero
globalmente. Otra cosa es que dependiendo de sus habilidades las afronte con
una u otra estrategia.
Los entrenadores
de baloncesto sabemos cuando un jugador/a tiene talento o no lo tiene. El que
lo tiene, es capaz de desarrollar las tres habilidades principales del juego,
pase, bote y tiro, además de la capacidad de discernir lo más conveniente en
cada momento, lo que se llama técnica individual. Dependiendo de sus
capacidades físicas, utilizara la habilidad d en la que pueda sacar más
ventaja, pero su capacidad de adquisición de los fundamentos del juego será
buena en todos los casos. Un jugador con menos talento, deberá dedicar más trabajo para poder llegar al mismo nivel de capacidad. Podrá
obtenerlo, pero con más esfuerzo. De la misma manera, el que tiene el talento, no
desarrollará ninguna de las habilidades si no le dedica el trabajo necesario.
Toda esta
situación se puede extrapolar al proceso educativo. Los alumnos muy competentes
desarrollarán todas las habilidades de forma paralela, salvo el caso de
niños/as con autismo de alto funcionamiento, o con síndrome de Asperger. No veo
yo que sea necesario una calificación con la separación en diferentes
"competencias", en todo caso podríamos diferenciar las diferentes
habilidades, creo que sería más propio, pero no calificándolas, sino remarcando
con cuales se siente más cómodo el alumno/a o cuáles son las que más utiliza.
Este dato sí que es necesario, puesto que lo deberemos utilizar para reforzar
aquellas habilidades que menos usa o can ls que se siente más incómodo, y que por lo tanto necesita
trabajar más para conseguir un aprendizaje completo y más funcional. De esto, a
darle una importancia a la calificación en cada una de las competencias-habilidades mayor de la que debiera tener, va un
abismo.
De todas formas
soy un gran defensor de la calificación competencial frente a la de área,
sin embargo, creo que se debería y se puede mejorar, por este motivo me parecía
importante exponer estas divagaciones mentales que tengo últimamente. Es un
puente que puede dar miedo cruzar, puesto que no sabemos hacia donde puede
llevarnos, pero que está ahí mostrándonos la posibilidad de llegar a nuevos
destinos. No sea que dejemos de dar por sentado la infalibilidad de la calificación por áreas, y estemos fabricando un nuevo mito.
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