La gamificación es un término que últimamente está muy de moda en
el ámbito educativo. El anglicismo que se utiliza le da al término un
barniz más innovador, más novedoso pero a mi entender deberíamos hablar de
ludificación o jueguización. Queremos trabajar la competencia lingüística y sin
embargo recurrimos a términos extranjeros cuando podemos utilizar los nuestros, solo para darle una apariencia más "cool",pero es otro tema del que quiero hablar.
Para comenzar, si
hablamos de gamificación, nos viene enseguida a la mente la utilización de herramientas
informáticas para llevar a cabo el proceso educativo ¿Quién no ha jugado a una
máquina de vídeo juegos, y al acabar la partida no ha recibido en pantalla el cartel
de game over? Ese game nos lleva a relacionarlo con el término que se ha extendido y nos induce a engaño. No es así ni mucho menos. Cuando utilizas el juego dentro de una
tarea educativa, no es necesario recurrir a los susodichos elementos informáticos,
tienes un montón de opciones, muy antiguas además, que te permiten la mejora
competencial a través de elementos lúdicos. Es más, el término gamificación puede llegar a
asustar a los maestros/as más clásicos que ven en las nuevas tecnologías un
monstruo que son incapaces de vencer, así que tengamos cuidado nos nos lleve a resultados opuestos a los que buscamos.
Hoy estaba viendo
un documental de animales, se basaba en el estudio de las crías de diferentes
especies, muy diferentes las unas de las otras, y todos los cachorros jugaban
como elemento preparatorio para su vida adulta; incluso jugaban con los adultos
que eran responsables de su cuidado, que además,no necesariamente eran los
progenitores. Si los animales utilizan el juego como elemento fundamental de su
aprendizaje será porque se trata del método más natural para mejorar nuestras
competencias. Por lo tanto, la gamificación no es una metodología nueva, será
en todo caso natural, y hacia la que debemos acudir, puesto que la evolución nos muestra su eficacia. Sin duda, es la más tradicional que puede utilizarse, y por lo tanto la menos innovadora, salvo que nuestra referencia no sea la vida sino la pedagogía.
Los que venimos de áreas
como la educación física y ya peinamos canas, la hemos utilizado siempre, no
solo a través de la práctica deportiva, sino con la utilización de lo que antes
se llamaban formas jugadas, que no deja de ser introducir un matiz competitivo
dentro de una tarea. Sí, competitivo digo, que en esta sociedad políticamente
correcta hay términos que se demonizan injustamente. No solo se compite para
superar un rival, a veces puede hacerse para superarse a uno mismo. Dentro de
una competición no tiene que haber humillación del vencido, no tiene que haber
exaltación del que gana, es más, resulta importantísimo aprender a superar los
momentos de frustración que acarrea una derrota, y más importante todavía es el
aprender a gestionar una victoria. Estas emociones se pueden trabajar desde el
juego con facilidad.
Todas estas cosas
se han hecho siempre en el ámbito educativo. Pero con la llegada hace años de
los libros de texto, llenos de tareas individualizadas y repetitivas, los
maestros comenzamos a ponernos una venda que debemos quitarnos, nos iría mejor si mlos docentes supiésemos mirar fuera de los procesos de aprendizaje.
Esa venda se puede
quitar de muy diversas maneras, una de ellas es con lo que se está llamando
gamificación, otra es con utilizar nuestra imaginación a la hora de desarrollar
tareas que motiven a los alumnos/as y que a la vez sean multicompetenciales.
Como creo más en
lo que se hace que en lo que se puede hacer, os planteo dos tareas
"gamificadas" que estamos llevando a cabo en el aula actualmente.
La primera tiene ese matiz
tecnológico del que hemos hablado antes. Aprovechando el proyecto NBA, que es
el que trabajamos en estos momentos en el aula de sexto de E. Primaria, por grupos o individualmente, hemos diseñado
equipos de la liga Fantasy de Movistarplus NBA. Desde aquí estamos elaborando
presupuestos, haciendo predicciones desde las estadísticas, y aprendiendo el
concepto de rentabilidad. Además mejoramos nuestra competencia digital cuando
debemos acceder al juego online y preparar y mejorar nuestros equipos. Para
darle más valor competencial, los alumnos visitan páginas en inglés con lo que
trabajan la competencia lingüística. Sin duda, se trata de una tarea
ludificada, y muy motivante además, con un gran valor en la mejora de su
aprendizaje.Y no hay que diseñar tareas específicas, lo importante es saber adaptar aquellas que se nos ofrecen a nuestro alrededor.
Pero como también
he señalado, podemos "gamificar" sin necesidad de utilizar método
tecnológico alguno, con los juegos de toda la vida. Dentro del apoyo de
"compensación" educativa de quinto de Primaria, estamos desarrollando
una liga del juego de los "chinos". Sí ese que se juega con tres
piedras. La mejora de la competencia matemática es evidente, puesto que debes
hacer buenas predicciones entre las piedras que sacas y la cantidad que ha
dicho el compañero. Elaboramos también un cuadro de resultados y aprendemos a
insertar fórmulas con excel, aquí profundizamos en la competencia digital.
Realizamos crónicas de cómo han discurrido las partidas, para trabajar la
competencia lingüística; y la competición y el asumir los resultados nos
mejoran la competencia social y ciudadana. No he tenido que recurrir a nada
especial, solo a jugar a algo tan tradicional como los chinos. El siguiente
paso es introducir el juego de cartas de la escoba, con el montón de variantes
que me va a permitir.
Lo que llamamos
innovación está no en buscar actividades que sean nuevas, sino en encontrar el
valor educativo a tareas que pueden haberse hecho siempre. La cuestión es que
los niños jueguen, se diviertan y la motivación y el aprendizaje vienen por sí
solos. Para que un docente pueda ser gamificador solo tiene que utilizar su
imaginación y atreverse a llevar a cabo las tareas que diseñe, sin miedo a
hacer cosas tan antiguas pero a la vez tan diferentes. ¡Ah, y olvidarse de las
ataduras de los ejercicios que proponen los libros de texto! Como decía Joaquín
Prat: A JUGAR…
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