Hemos celebrado en el colegio el Día de la Paz, y me muestro
categóricamente en contra. No me gusta el día de nada, pero celebrar el día de
la paz me parece todavía peor. Puede que al leer esta afirmación pueda
dar la imagen de una persona que no es solidaria, y que no se cree los
beneficios de la no violencia. Es normal, lo que acabo de escribir es
políticamente incorrecto, y en nuestra sociedad, toda afirmación que lo sea,
pasa a ser censurable, sin un posterior
análisis de lo que se ha querido decir. Es una de las primeras labores a
afrontar en la escuela, enseñar a reflexionar con profundidad, antes de emitir
un juicio.
De todas maneras,
voy a explicar la afirmación inicial. El día de algo debería ser una
conmemoración, el recordar a algo o a alguien que supuestamente debe ser
recordado. Ciertamente, el 30 de enero es la efemérides de la muerte de Gandhi,
pero estoy seguro de que si se lo preguntásemos a muchos docentes no
sabrían relacionar el hecho con la celebración escolar.
En casi todos los colegios se recurre a una especie de desfile de
todos los niños/as con unas canciones que tienen que ver con el tema, y a la
proclamación de una serie de consignas y deseos relacionados con la necesidad
de Paz en el mundo. Es fantástico, es una buena actividad, y además puede que
facilite el espíritu de pertenencia
común a una misma organización como es el colegio. Todo son cosas buenas, y por
lo tanto no estoy criticando en absoluto que se lleven a cabo. Lo que sí que me
parece pernicioso es circunscribirlas a un momento determinado, a un día en
concreto. Si se hace así, da a entender que en el resto de días del año pierden importancia este tipo de
actividades, y creo que es al contrario. Se puede argumentar que se hace así
para darle visibilidad, pero lo que ocurre, es que se da visibilidad con la
forma y no con el fondo, y los niños/as se quedan con esto. Si además realzamos
en las redes sociales lo bonito y espectacular que ha quedado la actividad y no
remarcamos los beneficios y la necesidad que tenemos de no violencia, el
trabajo se queda roto, incluso puede que lleguemos a banalizar una reflexión
que es muy necesaria.
El día de la Paz debe
celebrarse los trescientos sesenta y cinco del año, el día de la mujer
exactamente igual, aunque tiene más delito todavía, a mi entender, celebrarlo
expresamente, aquí sí que hay un símbolo machista, mucho más que en el lenguaje.
Se puede festejar el día de Gandhi o el de Martin Lutero King, o el de Nelson
Mandela, o el de las madres de la plaza de Mayo, que no hay que caer en resaltar
solo a hombres, como símbolos de la lucha por la Paz y la igualdad. Pero no
darle un día a un valor quien debe ser continuo y permanente.
Lleva la idea
toda la noche rondando por mi cabeza. Así que vamos a aplicarla en el
aula. Vamos a diseñar una actividad que haga que los alumnos/as reflexionen
sobre este tema de manera continua y no solo por haber hecho una
excepcionalidad en la continuidad del trabajo escolar. Siempre digo que prefiero
enseñar lo que se hace a lo que se quiere hacer. En este caso voy a compartir el
planteamiento inicial de la tarea, pero no puedo mostrar resultados, puesto que
no lo he llevado a cabo.
Voy a sugerir a
los chicos/as la realización de un cuaderno de la paz. En él, que tendrá un
formato digital a través del blog que compartimos, para facilitar el acceso
común, van a señalar todas las cosas que encuentren en su vida común, ya sea de
forma cercana o a través de los medios de comunicación que sean favorecedoras
de la Paz, y también aquellos actos personales que aún pequeños, generen un
ambiente pacífico. Al final de curso, serán ellos mismos los que otorguen el
premio a la mejor medida por la Paz. Es así donde podemos contribuir de manera
eficaz. Los niños no pueden quedarse con la idea de que alimentar la paz es dar
de comer a las palomas, deben entender que son agentes generadores de paz y no
violencia en todos los momentos de su vida.
IMAGEN ALBA LAMUELA
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