Los docentes tenemos siempre en la boca el término evaluación,
cuando hablamos con los padres de los alumnos/as, les hablamos de su
importancia, de que realizaremos un buen proceso evaluativo para poder comprobar el
momento educativo de los niños/as, y poder darles una información precisa del
momento formativo en el que se encuentran sus hijos. Nos ponemos muy serios a la hora de evaluar a los demás. Solo hay que vernos en las sesiones de evaluación, cuando decidimos la repetición de un curso por
parte de un alumno/a porque no tiene adquiridos los contenidos imprescindibles
en cualquiera de las áreas. ¿Cómo va a promocionar alguien que no domine la
división de fracciones? Sonrío recordando la expresión de algún compañero
oponiéndose a una promoción, porque en el examen final de su área, un alumno tenía un tres
con setenta y cinco centésimas. Eso sí, no se planteaba en ningún momento si el
alumno era competente, y si en el caso de serlo, la no adquisición de esos
contenidos, tan importantes para el docente, eran al menos en parte, responsabilidad
suya.
En eso los
maestros/as no somos tan cuidadosos ni escrupulosos. En la evaluación de la
parte del proceso educativo que afecta a nuestra labor somos mucho más laxos.
He escrito muchas entradas en el blog sobre la importancia de la evaluación
docente. De lo importante que es; de que debería ser imprescindible ,a mi
entender, un proceso evaluador de dicha función y que debería estudiarse la forma para poder realizarla de forma seria y continuada. A falta de dicho proceso, a la
mayoría de los maestros les da pavor tan solo el mencionarlo, he propuesto, desde aquí, varias formulas que podríamos utilizar para mejorar nuestra práctica
con la ayuda de compañeros de nuestro centro de trabajo. Podríamos evaluarnos
unos a otros y podríamos realizar sugerencias que mejorasen nuestro trabajo, pero ya está comentado.
Sin embargo, no me
he parado a reflexionar sobre lo que pueden realizar los que mejor conocen nuestra
labor, nuestros propios alumnos/as. ¿Quién mejor que quienes pasan con nosotros
en el aula todo el día, para poder testar los aspectos que son mejorables en nuestra
práctica? La respuesta es clara, nadie.
No podemos plantearnos que dicha evaluación se contemple en un test de preguntas cerradas a final de curso y una pregunta abierta con sugerencias, eso se hace y me parece altamente ineficaz. La diferencia de rango en la estructura educativa y la falta de madurez de nuestros alumnos/as, hacen de este test un parche sin valor. ¿Quiero decir con esta afirmación que debemos desestimar su opinión? Ni mucho menos. Lo que ocurre es que debemos buscar otras fórmulas para poder realizar dicha evaluación. La primera y evidente, es el análisis de la progresión de resultados, e incido en la progresión y no en los resultados en sí mismos. Si la evolución es positiva, sin duda la metodología empleada está siendo efectiva, evidentemente, pero no podemos quedarnos ahí, puesto que no nos indica si el grado de mejora es el adecuado. Sin embargo, hay un factor que a pesar de ser imposible de cuantificar, nos da una información importante sobre nuestra labor, y es la actitud de los alumnos/as. Esta debería ser la premisa principal a la hora de la evaluación, sin conseguirla no deberíamos analizar nada más.
No podemos plantearnos que dicha evaluación se contemple en un test de preguntas cerradas a final de curso y una pregunta abierta con sugerencias, eso se hace y me parece altamente ineficaz. La diferencia de rango en la estructura educativa y la falta de madurez de nuestros alumnos/as, hacen de este test un parche sin valor. ¿Quiero decir con esta afirmación que debemos desestimar su opinión? Ni mucho menos. Lo que ocurre es que debemos buscar otras fórmulas para poder realizar dicha evaluación. La primera y evidente, es el análisis de la progresión de resultados, e incido en la progresión y no en los resultados en sí mismos. Si la evolución es positiva, sin duda la metodología empleada está siendo efectiva, evidentemente, pero no podemos quedarnos ahí, puesto que no nos indica si el grado de mejora es el adecuado. Sin embargo, hay un factor que a pesar de ser imposible de cuantificar, nos da una información importante sobre nuestra labor, y es la actitud de los alumnos/as. Esta debería ser la premisa principal a la hora de la evaluación, sin conseguirla no deberíamos analizar nada más.
El otro día tres
niños/as de clase, todos pertenecientes a minorías étnicas, me pidieron, por
separado, poder quedarse conmigo, en un recreo, para repasar diferentes
estrategias matemáticas que necesitaban para la realización de unos trabajos
que tienen carácter voluntario. No puedo medir esta circunstancia, no es
extrapolable a una gráfica de resultados, pero esos mismos niños, no
mostraban excesivo interés antes por la adquisición de técnicas que mejorasen
su competencia matemática. Es este detalle el que me indica que la metodología
utilizada este curso, trabajando a través de Proyectos, sin utilizar el libro
de texto, está siendo satisfactoria, más que eso, muy satisfactoria. Estos
alumnos, no mostraban ningún tipo de necesidad en su aprendizaje cuando hasta
el curso pasado dependían del material de las editoriales, luego algo
fundamental estamos consiguiendo. Es un feedback superimportante, es un
elemento de apoyo fundamental para el docente. El grado de implicación de los niños/as en el
proyecto, nos indica claramente, si el rumbo marcado es el adecuado o no. No despreciemos
este dato. Escuchemos a nuestros alumnos/as, pero en lo que dicen de manera
subliminal, si no lo hacemos, nos perderemos la mejor guía para poder pisar
firme en nuestra andadura profesional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario