No es la primera vez que entro a comentar por aquí el tema de los
deberes, pero no es lo mismo hacerlo mientras se imparte Educación para la
Ciudadanía o se está a cargo de los apoyos de "compensación"
educativa, que hacerlo con la responsabilidad de impartir las áreas de Lengua
Española y Matemáticas en una tutoría con alumnos que van a acceder el próximo
curso al IES.
Cuando en la
adscripción de tutorías se me encargó la labor de impartir estas dos áreas,
tuve claros dos conceptos, que iba a trabajarlas de forma globalizada a través
de proyectos, y que no iba a apoyarme en los deberes y en el trabajo programado
en casa para conseguir que los niños/as adquiriesen los estándares.
Si algo tiene de
inconveniente el horario decimonónico al que sometemos a los alumnos/as y la
carga posterior de actividades extraescolares, es que reducimos su tiempo
libre de manera muy agresiva. Es fundamental que a la edad que tienen los niños
a los que acompaño en su proceso educativo, puedan realizar algún tipo de
actividad deportiva o artística. Además de ayudar en su socialización. que es
fundamental, les fortalecen en competencias que se dicen trabajar en la escuela, pero a las que en el fondo, los maestros no les damos excesiva importancia. Y
repito, son tan importantes o más que la lingüística o la matemático
científico-tecnológica.
Por otro lado está teniendo cierta resonancia el anuncio de Ikea donde los padres aprovechan
los momentos de la cena para poder transmitir unos contenidos que los niños
deben adquirir. Me parece muy relevante sobre cómo debería ser la realidad del
aprendizaje. Se debe basar en la vida cotidiana buscando inferencias entre lo
que debemos hacer y lo que podemos aprender. Así se consigue el interés de los
niños, sin él podemos conseguir adquisición de conocimientos, pero desde luego,
no aprendizaje.
Los maestros/as
imbuidos en la vorágine de tener que cumplir con la totalidad de los ejercicios
y actividades de los libros de texto, olvidamos esto último, y con la excusa, que
no deja de ser importante, de que las familias han realizado un importante
esfuerzo económico para su adquisición, dan al texto el papel fundamental del
proceso educativo. Y olvidan al verdadero actor principal, el alumno/a.
Cuando somos
capaces de salvar este obstáculo, ponemos las cosas en su verdadero lugar, y
entendemos que nuestra labor no es
obtener niños/as sobresalientes en las áreas de matemáticas y lengua sino
competentes para afrontar su proceso vital en lo referente a estas áreas, vemos
que es más importante trabajar aspectos como la responsabilidad o la curiosidad, que dedicarme obsesivamente a la descomposición factorial. Por ello no debo marcar cual debe
ser el horario ni las actividades a trabajar fuera del aula. Debo plantearles
retos, debo exigirles que los hagan intentando conseguir la excelencia, pero
deben hacerlo bajo su propia responsabilidad y por el interés que les supone
superar esos estándares, no por acabar un texto ni porque se lo exija yo como
docente.
Debo fomentar que
se interesen por lo que estamos trabajando, pero ese interés se puede
desarrollar a la hora de poner la mesa, irse a la cama o la hora de elegir una
determinada película y no las que ponen por defecto en la programación de la
tarde de los domingos.
Por esto no creo
en los deberes tradicionales, lo que no quiere decir que no pretenda que los
alumnos/as no trabajen fuera del aula, es más deberían estar haciéndolo
constantemente, como también nosotros los adultos. Repito, debemos fomentar la
curiosidad, el interés y la responsabilidad, y me temo que eso no se consigue
rellenado un cuaderno con los ejercicios de una página del libro de texto por
las tardes en casa. Un niño aprenderá mejor el concepto de presión atmosférica
si se pregunta la razón por la que los globos ascienden en el cielo que si se
lo debe aprender para realizar un ejercicio.
Imagen: Alba Lamuela
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