Se habla mucho de trabajar con libros de texto o sin ellos. Lo
cierto es, que en la sociedad su uso está muy arraigado; parece que son un
elemento imprescindible dentro del hecho educativo, es una versión más del
"siempre se ha hecho así".
Pues no, no son algo imprescindible y, muchas veces son un elemento que nos constriñe en nuestra labor y no
deja emerger nuestra "imaginación didáctica" para adaptarnos a las
necesidades del grupo al que estamos guiando en su desarrollo educativo. Es más
una cuestión de decisión que de formación. En teoría, todos los profesionales de
la educación estamos preparados para ejercer nuestra labor con unos materiales
de apoyo o con otros, y no me refiero a diversas editoriales.
Pero, a pesar de
ser la decisión más importante, el hecho de no utilizar los libros de
texto no es la única elección en el cruce del Rubicón
educativo. Debemos plantearnos así mismo la metodología que vamos a utilizar y
los materiales alternativos. Muchos docentes, descendientes de la EGB, no ven
la posibilidad de renegar también de las fichas de trabajo. ¿Es bueno decidir
prescindir de los materiales de las editoriales para editar tú mismo tu propio
libro de texto? Si lo hacemos, podemos adecuarnos a los contenidos que
queremos trabajar con más profundidad para superar los estándares. Podemos
también buscar centros de interés y elementos motivadores más cercanos a
nuestros niños. Pero perdemos la motivación estética que nos proporcionan los
materiales editados, y me refiero, por ejemplo, al color, que para un niño/a
pequeño resulta especialmente interesante. Muchos docentes dejan el libro y se dedican a sacar
humo de la fotocopiadora, imprimiendo sin piedad fichas de trabajo. Hemos
avanzado pero creo que el paso es demasiado pequeño.
Con todo esto no
quiero decir que el uso de este tipo de material sea negativo, ni mucho menos; hay docentes que son capaces de elaborarlos muy bien. Pero sí me parece,
que es matar al mulo para ir a caballo, pero no en un pura sangre si no en
un percherón. A mi entender hay que atreverse más a emplear los recursos de esta nueva era, puesto que son los que
usamos en nuestra vida habitual. Se pueden plantear multitud de actividades sin
tener que imprimir ni una sola fotocopia. Elementos como las tabletas, los
ordenadores, los móviles, nos dan acceso a wikis, blogs, correo electrónico, nubes compartidas, y un
sin fin de recursos más cercanos a la realidad de un niño/a de 2016. Sé
que muchos pensaréis que eso solo se puede llevar a cabo en un colegio de
niños/as pudientes, y no es así. Mi centro tiene todo tipo de población, muchos
niños con beca de comedor y, sí que lo podemos llevar a cabo. Todo es cuestión
de adaptación y de configurar la búsqueda de información en el horario escolar.
Son muy pocos, además, los alumnos/as que no disponen de acceso a la red en su
casa; para esos pocos/as sí que generamos información impresa, para los
demás no es tan necesario.
Existe además un
elemento importante que podemos y debemos utilizar, EL CUADERNO. Pero no
como un continente de ejercicios, que lo puede ser. Es una herramienta para que
los niños/as puedan organizarse los contenidos trabajados y elaborar su propia guía. No es tan solo un recurso de trabajo y evaluación, es
un registro del proceso de aprendizaje de los niños/as. Ellos/as lo elaboran y
utilizan. En otro post me extenderé en la forma en la que lo hacemos.
No consiste en
volver a los años setenta y los comienzos de la EGB, donde nos llenaban de fichas; no consiste en la sustitución del libro de
texto por las mismas. Consiste en aportar los medios, para que los alumnos/as puedan
construir su propio texto, a partir del acceso a la información desde el docente y desde su vida cotidiana. La
experimentación y la experiencia propia, son las mejores aliadas del
aprendizaje, Lo adquirido es mucho más rico que lo adherido.
Si quiero aprender
a ir en bicicleta, es mejor utilizarla por muy vieja que esté, a que me lo expliquen en un libro, aunque el autor del libro sea Contador.
IMAGEN ALBA LAMUELA
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