Estaba leyendo un artículo sobre la evaluación inicial, se expone
la conveniencia o no de realizar calificaciones en dicha evaluación y la
comparativa entre disposiciones de diferentes comunidades, donde por cierto, cualquier
parecido con la coordinación brilla por su ausencia.
No voy a entrar en
el análisis entre lo que se hace en los diferentes territorios, solo decir que
como jefe de estudios siempre he utilizado las reuniones de la evaluación
inicial para definir los diferentes grupos de apoyo que íbamos a configurar
para ese curso, siempre con carácter flexible, puesto que es muy difícil para
un docente el poder valorar a los alumnos/as en tan escaso margen de tiempo.
Por lo tanto me sitúo radicalmente en contra de calificar a los niños/as en
este periodo, aunque sea sin referir esas notas al expediente académico.
Pero mi
planteamiento va mucho más allá, la obligación de llevar a cabo esta evaluación
nos acaba llevando a pasar unas pruebas escritas, o sea los exámenes de toda la
vida, a unos niños/as a los que conocemos más bien poco, sobre todo si somos
nuevos en el centro en ese curso escolar. ¿Realmente un instrumento de este
tipo nos va a dar la información necesaria como para poder determinar las
necesidades individualizadas de los alumnos/as? Rotundamente NO.
Por otra parte nos
cansamos de decir que la evaluación ha de ser sumativa y continua, pero ¿sólo
durante un curso? ¿No debería extrapolarse este concepto a la totalidad de la
etapa académica?
A veces, desde la
Administración se cae en incongruencias marcadas por la costumbre o por las
preferencias educativas del gestor del momento. Pero, ¿quién mejor que el
equipo docente del curso anterior para conocer las necesidades de los
alumnos/as? Sin duda alguna nadie. Y esa evaluación ya se hizo el curso
anterior, tan solo dos meses antes, sin que haya habido tiempo para un cambio
significativo en las necesidades de los niños/as. Luego lo lógico es que esa
evaluación inicial fuese la final del curso anterior y que fuese en esa reunión
donde se fijasen las necesidades del curso siguiente, en fin de una manera
continua y sumativa.
No quiero decir
que no haya que coordinar otra vez a principio de curso estas decisiones, pero
para matizar pequeños cambios o situar a los nuevos alumnos/as y sin
darle una importancia tan remarcada en las ordenanzas educativas.
Es indudable que
se necesita de una evaluación inicial, como se necesita una evaluación de todas
las partes del proceso y en todos los momentos. Somos docentes, ¿cómo no va a
ser importante la evaluación? Lo que ocurre es que a la inicial se le da una
importancia excesiva, que tiene un resultado contrario a lo que el legislador
quería remarcar. Se acaba convirtiendo en la realización de un examen con su
calificación, y sin embargo, no se plantea adecuadamente las necesidades de
apoyo y refuerzo de los alumnos del grupo. Una paradoja más. No consiste
en construir una casa al lado de la otra realizando una agrupación de
edificios, las decisiones tomadas sobre la construcción de los anteriores debe
servirnos para las futuras. Así se construye una ciudad armónica en su conjunto.
IMAGEN: ALBA LAMUELA
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