Está claro que cualquier forma por la que se opte para cubrir un
puesto específico dentro de la Administración va a tener pros y contras. Lo lógico es pensar que se debe optar por la persona más cualificada para el
puesto que se quiere cubrir. ¿Pero cómo se puede determinar la idoneidad? ¿Cuál
es el mejor método para tomar esta decisión?
Ya hablamos en un post anterior de
las contradicciones que tiene el actual sistema de acceso a la función pública
y como personas con un diez en la prueba de acceso podían quedarse fuera del cuerpo de maestros.
Está bien el que
se valore la experiencia en la tarea que se quiere cubrir, pero esta experiencia
no debería bastar por sí sola. Debería venir acompañada de un sistema de
evaluación en la que se valorase de forma positiva o negativa. No vale con haber
realizado una función, es necesario haberla realizado de forma adecuada.
Este verano me
presenté a una vacante en comisión de servicios, había una serie de aspectos
que se valoraban con un tope de puntuación en cada uno de ellos. El último era
la presentación y defensa ante un tribunal de un proyecto sobre el trabajo que
se proponía. La cuestión es que en esta prueba valoré cinco puntos sobre un
máximo de cinco, o sea puntuación máxima y además la más alta de todos los
aspirantes. Sin embargo me quedé fuera porque no valoré lo suficiente en otros
de los aspectos valorados, lo que ya suponía al ver el baremo de puntuación a
la hora de presentarme. Lo que me resulta curioso es que en el aspecto en el
que se valoraba la innovación educativa puntué cero. No quiero ser yo quien
valore mi compromiso con lo innovador dentro de la práctica educativa, pero
solamente con echar un vistazo a este blog, se puede observar que mi praxis se puede calificar de muchas maneras pero desde luego inmovilista es
complicado. Pero es que lo que se valoraba como innovador en la convocatoria
era el haber intervenido o participado en las actividades que tenían que
ver con el programa y solamente eso. Puede que sea difícil valorar otras cosas, pero estrechar
de tal manera la posibilidad de puntuar tampoco me parece de recibo, sobre todo, si como en mi caso, el haber pertenecido durante quince cursos a equipos
directivos, con el compromiso con los centros que eso supone, dificulta el
poder participar en las situaciones que puntuaban como "innovación"
El baremo lo conocía cuando me presenté, y por lo tanto, todos los
aspirantes participamos con las mismas oportunidades, pero me parece extraño
que si uno de los mismos es capaz de presentar un proyecto que al tribunal le
parece que merece la nota máxima, no tenga ninguna posibilidad de llevarse a
cabo.
Seguro que
cualquier método para el acceso es imperfecto, pero también es verdad, que el
proyecto que le parecía mejor al tribunal no se va a llevar a cabo.
También es cierto que solo se pedía para puntuar el haber ejercido profesionalmente en
determinados puestos, sin ningún tipo de valoración sobre ese trabajo, sin
ninguna evaluación sobre la labor realizada, tan solo con poseer un
nombramiento era suficiente para ser "innovador", aunque una vez allí
se hubiese seguido un libro de texto a rajatabla, Eso no se valoraba. Esa es la
cuestión, la Administración confecciona baremos, pero luego no se preocupa si
van a aplicarse de forma eficaz, eso conllevaría algo más que cubrir el expediente. Si alguien ha demostrado que es bueno realizando una determinada
labor, es necesario que se le valore, pero ha debido demostrarlo, no vale con
la simple nominación.
Si la
Administración quiere ser eficaz debe esforzarse por poner a sus mejores
trabajadores en los puestos que requieran un perfil determinado, y tan solo es
posible lograr este objetivo con una palabra mágica: EVALUACIÓN, la palabra a la que los docentes tenemos tanto miedo cuando se nos aplica a nosotros. Lo contrario
es construir torres sin puerta, son de utilidad muy reducida.
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