Con el final de curso llega un momento temido por casi todos los
maestros/as, el de rellenar toda la documentación administrativa, que no es poca
en un centro educativo. La imagen que tiene la sociedad de la labor de los
maestros/a, es la de unas personas que utilizan un libro de texto, con la guía
del maestro para facilitar las cosas, y que mandan unos deberes para casa, ponen unos
exámenes y los corrigen con la plantilla que proporciona la editorial de turno. De
ahí la creencia general de que cualquiera puede ser maestro, y el mito de las
vacaciones se acrecienta y no se nos nombra salvo para hablar de las mismas.
La realidad es otra muy diferente, la labor del maestro ha de ser algo
meditado, programado contemplando la individualización de todos y cada uno de
los alumnos/as, y sobre todo evaluado para poder realizar los cambios necesarios
para la mejora de todo este proceso, ya hemos hablado muy extensamente
en entradas anteriores. Pero también hay que dejar constancia de todo el desarrollo del
trabajo para que pueda ser aplicado, continuado y mejorado por los docentes que
en el futuro se encargaran de acompañar el camino educativo de los niños/as que
hasta ahora están a tu lado. Por eso toda la documentación pedagógica debe
estar bien elaborada, debe tener muy claro cual es el fin que se pretende a la
hora de ser escrita y no puede convertirse en un mero paripé que realizamos
para cubrir el expediente si nos es requerida en algún momento por el servicio
de inspección educativa.
Pero luego está la tramitación del expediente personal del alumno/a y la
documentación oficial. Muchos padres y madres piensan que lo único que se debe
rellenar es el boletín de notas que se les entrega al final de curso. Estamos
hablando de documentación oficial, que va a tener importancia a lo largo de toda
la vida académica del niño/a, no es una cuestión baladí. Se debe poner mucha
atención para no cometer ningún error, y debe quedar reflejada hasta la mínima
incidencia que pueda ser de valor en el futuro escolar del alumno/a. Hay multitud
de informes y anexos a rellenar, es cierto que en los últimos años las
aplicaciones informáticas de gestión que han puesto a disposición de los
docentes las diferentes administraciones educativas facilitan la tarea si eres
un usuario medianamente avezado en el tema, pero no siempre están actualizadas
con tiempo para registrar los valores requeridos por dicha Administración, un debe que no ayuda precisamente en la motivación para este trabajo.
Es cierto también que algunos maestros/as no ven esta parte de su labor como
algo propio de su profesión y están muy equivocados, es muy importante realizar
registros de la evolución académica de los alumnos/as de forma precisa y
coherente y es necesario hacerlo bien, puesto que en algunos casos las futuras
medidas de refuerzo y apoyo que puedan recibir, vienen marcadas y mediatizadas por
lo que se haya valorado en la documentación personal. Además no hacen ningún favor a
la consideración que tiene la sociedad del cuerpo de maestros el no darle importancia, considerándolo una labor añadida e impropia de los docentes. Así, los comentarios del tipo "con lo que tengo que corregir, tener que
dedicarme a los papeles..." no nos ayudan a elevar nuestro reconocimiento social.
Todos debemos poner de nuestra parte, los docentes valorando y realizando
con profesionalidad estas tareas que son propias de nuestra profesión, no podemos olvidalo, y la Administración
facilitando la misma, sin duplicar la petición de los datos, optimizando la
documentación y actualizando a tiempo las aplicaciones informáticas. A veces
rellenamos documentos propios del XIX y estamos en el XXI, es una cuestión a revisar y valorar, pero aún así, no nos
exime de realizar con diligencia la parte administrativa de nuestro
trabajo, cuando lo hacemos no estamos fuera de lugar como si fuésemos pájaros
sentados en la terraza de un bar, estamos siendo docentes en una labor de docentes.
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