Se habla mucho de innovación educativa, es un título que los maestros que
buscan reconocimiento quieren tener atribuido. Parece que si no eres
innovador no eres un buen maestro/a, y puedo estar de acuerdo que una de las
características de los docentes ha de ser la innovación, pero tiene que ser una
cualidad intrínseca a nuestra labor, no debería ser algo que haya que
destacarse como virtud diferencial.
La cuestión es que de tanto usar el término va perdiendo su significado real, y acaba asociándose a lo que en inglés se define como "cool" y no es eso.
Como además parece que debe figurar en la tarjeta de presentación que los
docentes presentan, si no eres innovador no eres nada, se puede acabar forzando
esta situación, y no consiste en ponerse ninguna etiqueta ni en ser un
maestro/a mediático, consiste en adaptarse a los alumnos/as en el mayor grado
posible.
Estoy escribiendo el post y acaba de llegar un artículo que ha escrito Fernando Andrés en el
blog de Atlántida Aragón sobre el tema, no puedo estar más de acuerdo. No
consiste tampoco en clasificar una práctica docente como buena o mala, en
virtud de su actualización o de los elementos que utilice. Sobre todo por el
factor subjetivo que cualquier juicio conlleva, nos va a aparecer bueno lo que nosotros realizamos y no tanto
lo que se aleja de nuestros usos educativos. Así que debemos andar con mucho
cuidado a la hora de calificar las actividades de los demás, sobre todo si no
somos conscientes de la realidad que envuelve la práctica educativa.
Nuestro afán de gloria puede llevarnos a no ser empáticos/as con el trabajo
y la labor de otros docentes, desdeñando algunas prácticas por tener un punto
de vista diferente. Si la labor del compañero está sustentada en una
evaluación concienzuda de su proceso educativo, debe tener nuestro respeto. Más
aún cuando alguna de las supuestas prácticas innovadoras que se llevan a cabo y
que pueden ser muy aplaudidas como novedosas, carecen de ese soporte evaluador.
Cito ahora a Fernando Andrés: "Existe un
riesgo, real aunque restringido, de pervertir el cambio cuando se trabaja para
alcanzar fines espurios. Cada vez los profesionales estamos más tentados a
satisfacer propuestas mediáticas o buscar el reconocimiento en las ya
innumerables convocatorias para obtener distinciones o premios. Es necesario
diferenciar, ninguna convocatoria es igual a la otra, aunque es mejor entender
que el reconocimiento viene de los más cercanos y son ellos los que deben hacer
trascender nuestra experiencia. Es verdad que el márquetin educativo es
importante si sirve para mostrar lo que hacemos a un entorno cada vez más
amplio, pero no para inventar una imagen que nos convenga y nos dé
réditos."
Últimamente estoy
reflexionando mucho sobre este tema y creo que hay que tener mucho cuidado.
Coincido plenamente con él, a veces el afán por recibir un reconocimiento o el
ansia mediática, nos hace olvidar que el verdadero lugar donde debemos buscar
el feed-back emocional de nuestra labor está en nuestro entorno más cercano.
Podemos reconocer una labor de alguien ajeno a nosotros como acertada y
positiva, pero no somos conscientes de todas las dificultades que ha tenido que
sortear, ni los beneficios a los que ha podido acogerse, factores muy importantes
a la hora de otorgar un reconocimiento. Sin embargo sí que podemos juzgar todos
estos elementos en la labor de los que nos rodean. Por eso la evaluación debe
venir principalmente de nuestro entorno más cercano y no tanto de las
instituciones que se basan más en las luces que reflejamos que en las que somos
capaces de emitir por nosotros mismos. Si no es así. la niebla acabará por
comerse nuestro paisaje, puesto que no seremos capaces de usar las otras luces que tenemos cerca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario