En la entrada anterior comentaba la posibilidad de entrar en las aulas de
otro compañero/a como método de formación ágil, barato y eficaz. Desde luego
que habría que superar ciertas barreras culturales y organizativas, pero no me
parece demasiado difícil de conseguir. Dándole vueltas a algunos de los
comentarios vertidos, me percaté de que sería posible dar una vuelta de tuerca
a la medida organizativa para reforzar la eficiencia de la misma. Los
maestros/as hablamos sin cesar de la evaluación, de nuevas formas de llevarla a
cabo, sobre todo en la que se refiere a los alumnos, pero a la hora de hacer la
valoración del proceso y de nosotros mismos/as somos más perezosos y menos
originales.
Se comenta la importancia de la autoevaluación y de la coevaluación a la
hora de calificar la capacidad y el desarrollo competencial de los alumnos/as, ¿por
qué no aplicarlo al proceso y a los docentes? La primera no necesita demasiada
infraestructura, una rúbrica puede servirnos, pero siempre está la distorsión
de la subjetividad que conlleva en sí misma. Sin embargo la coevaluación cumple
casi los mismos objetivos y se trata de algo mucho más imparcial.
Si en los horarios de los docentes hemos contemplado la posibilidad de que
puedan acudir a las clases del resto de compañeros/as como medida formativa, organizándose por Jefatura de Estudios para que estas visitas circulen
por la mayor cantidad de docentes posibles ¿no sería lógico que además de formarse
observando estrategias y metodologías, pudiesen simultáneamente realizar una
evaluación de lo que están observando a través de una rúbrica pactada previamente
por el claustro?
A mí me parece que sí, sería muy enriquecedor para ambas partes. No voy a
entrar si esta evaluación debería tener una consecuencia administrativa o no,
que conste que a mi entender sí que se le podría dar, siempre me he mostrado a
favor de la superación de una evaluación
de la práctica docente por parte del cuerpo de maestros/as. Creo que sería
mucho más eficaz que la que pueda realizar un inspector, que no conoce la
realidad tan bien como quien está codo a codo contigo. Se puede esgrimir que las
filias y las fobias tendrían que filtrarse, pero para eso existen
procedimientos que limpian los resultados.
Pero dejémonos de lo administrativo, que es importante pero en menor medida, centrándonos en la mejora de nuestra labor docente, una buena evaluación por parte de los
compañeros/as nos daría un rápido feedback de todo nuestro proceso de una forma
muy eficaz y rápida. Simultáneamente nos facilitaría una posibilidad de
estrategias, que nos proporcionarían tras la visita basándose a su vez en su experiencia, ante problemas concretos que no nos hemos planteado, sirviéndonos a
su vez de formación. La formación fluiría en los dos sentidos, enriqueciéndonos
mucho más profundamente. Tanto el maestro/a visitado como el visitante obtendrían una mejora en sus esttategías educativas.
¿Y el coste de esta medida? Pues una o dos sesiones semanales de cada
maestro/a. Con esta libranza horaria se podría organizar de forma sistemática
por parte del equipo directivo. Consiste en abrir una nueva puerta donde antes
había un muro. La innovación consiste en adaptarnos a lo que tenemos, no en plantear soluciones irrealizables en el contexto en el que nos movemos.
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