Leo esta frase en el Periódico de Aragón y me anima a creer en las
instituciones: "Es una orden mejorable, pero creo que estamos en el
equilibrio", apuntó Garcés, que añadió, en este sentido, que "ahora
es momento para la evaluación".
Hace referencia a la ley de Tiempos Escolares que se ha promulgado y llevado
a cabo durante este curso en la comunidad autónoma de Aragón y la pronuncia D.
Jesús Garcés, Director General de Innovación Equidad y Participación del
Departamento de Educación. Puede parecer una frase más, pero para mí es
importante, puesto que gira en torno a la palabra clave EVALUACIÓN.
Si realmente se es consciente de cuando se promulga una ley o una norma, es
necesario hacer posteriores análisis para revisar y corregir las posibles
desviaciones y errores que se van encontrando, se puede y se debe analizar la
primera actuación de forma mucho más comprensiva.
Se puede entender que las primeras
actuaciones, por intentar desatascar una situación que no se había querido
afrontar anteriormente, se hiciesen precipitadamente. Es más, somos educadores y
docentes, y sabemos que es mejor realizar correcciones posteriores sobre
situaciones puntuales, que no se habían tenido en cuenta a la hora de hacer una programación,
que no hacer nada para evitar que las consecuencias negativas puedan afectarme.
En política se tiende a tener el no cometer errores como un valor positivo,
aunque suponga inacción. Yo creo que es todo lo contrario, para que las cosas
mejoren es necesario intentar verlas desde muchos puntos de vista y actuar
desde todos ellos. Indudablemente no hay que hacerlo de forma precipitada, pero
sí valiente. Valentía no hay que confundirla con terquedad, eso sería necio.
Una idea puede ser muy buena, pero es todavía mejor, si el autor/a de la misma
está dispuesto a realizar las correcciones necesarias para que sea de utilidad
al mayor número de ciudadanos/as posible.
Por eso es muy importante que ahora se haga un análisis de la
resolución y las consecuencias que ha tenido, se tengan en cuenta las
situaciones particulares que se han producido y se analice el número de
votantes, si la mayoría cualificada que se había propuesto era adecuada, si el
modelo de votación propuesto era el más justo y el que más favorecía la participación
de todos/as los afectados, o si era recomendable el poder de veto que han
tenido los claustros y los consejos escolares.
Creo y no tengo razones para dudar, que todas estas cosas se van a tener en cuenta
en el proceso de evaluación, que se van a tener en cuenta de cara a la próxima convocatoria
y que el proceso con su continuidad se va a normalizar sin tanta tensión e
intereses ajenos a los deseos y las necesidades de las familias, que es lo que
en el fondo debe tenerse en cuenta. El buen político no es el que da el
campanazo, sino el que sabe ajustar bien todo el carrillón aunque
necesite varios intentos.
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