La cuestión es que los centros que atienden a un número considerable de estos alumnos/as deben buscar estrategias propias, que deben ser adecuadas a su realidad, o sea, deben disponer de imaginación organizativa, para lo cual es necesario que la autonomía de centros sea cierta, aunque conlleve tomar medias que en otros centros puedan parecer demasiado osadas.
Nosotros tenemos esta problemática, con el añadido deque atendemos también a población "normalizada" a la que impartimos el curriculum British Council, ya lo he explicado en entradas anteriores. Con la medida de los grupos flexibles solucionamos en parte la situación. Pero ¿qué pasa en el resto de las áreas? La situación se complica en los últimos cursos de E. Primaria. Los dos años de desfase curricular dificulta sobremanera el seguimiento de la actividad del grupo clase por parte de estos niños/as, y desde aquí surgen el aburrimiento y los problemas de convivencia.
La solución pasa por individualizar el proceso de enseñanza a las necesidades reales de estos alumnos/as. La integración es positiva, la discriminación todo el mundo la ve como negativa, eso es indudable, ¿y la ausencia de discriminación positiva? A veces pensamos que con que estén todos juntos la situación se va a solucionar por sí sola. Que por ósmosis estos niños/as van a cambiar de actitud ante la escuela y van a transformarse imitando a sus compañeros "normalizados". Nada más lejos de la realidad. El fijar una medida que no responda al modelo que tenemos de "inclusión" va a generar rechazo inicial de las mentes educativas, y sin embargo esa inclusión forzada no deja de ser una medida discriminatoria, aunque parezca una paradoja.
No se trata de niños/as con problemas de capacidad, se trata de alumnos/as a los que su realidad social les ha hecho alejarse de la escuela y de los beneficios que la misma conlleva, en realidad no dejan de ser víctimas de su entorno social.
El programa de Educación Compensatoria intentaba atender a estas necesidades, y fue un error eliminarlo en aras de una supuesta inclusión, que sin más no deja de ser una pobre medida de ahorro.
Yo propondría crear una cotutoría con estos niños/as en los últimos cursos de E. Primaria. Las áreas troncales, las competencias que deciden la promoción, lingüística y matemática, se podrían trabajar desde esta cotutoría, utilizando ABP e individualizando su desarrollo. El resto d áreas, donde los niños no tienen ese desfase curricular, podrían darse dentro del grupo clase de referencia, aquí se sienten competentes y eso estimula su autoestima. Más aún, el hecho de trabajar por proyectos dentro del aula de compensación, podría facilitarles la exposición de sus logros en el trabajo a realizar en el resto de áreas, reforzándolo más todavía dicha autoestima,y olvidando el rol que ahora mismo tienen actualmente en sus grupos clase.
Sé que con esta medida puedo parecer impopular, pero también sé, después del trabajo de este curso, que es lo mejor para estos niños/as. Así superan los estándares con mayor facilidad, logran objetivos que no hubiésemos imaginado y además sociabilizan de una forma más profunda y provechosa. Puede que sea acolcharles su realidad, pero bastante dura es fuera del colegio, no creo que necesiten curtirse más. El resto son mitos y paradigmas que se crean filosofando desde la irrealidad.
El hecho de sentirse más competentes, es además un factor que facilitará su integración. La inclusión no es forzar que estén todos juntos, sino hacerlo en los momentos en los que sus realidades educativas individuales lo permitan, aunque sea una medida más cara por necesitarse más recursos. No nos lo planteamos cuando existe una discapacidad física, no lo hagamos cuando la discapacidad sea social. Tenemos que aprovechar todas las gotas del rocío, no nos podemos permitir desaprovechar ninguna si queremos tratar en serio el abandono escolar posterior.
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