Con el implemento de las redes sociales, muchos maestros/as de los de "a pie", nos hemos lanzado a compartir lo que hacemos, para así poder servir de ayuda a otros compañeros/as que pueden tener la misma problemática que nosotros, y que pueden encontrar en las soluciones que se proponen, un punto de partida para la mejora de su coyuntura escolar.
Todo este movimiento está basado en el "quid pro quo", donde se comparte a la vez que se aprovechan los materiales y las prácticas de los otros. Es una experiencia maravillosa, puesto que parte de uno de los valores que más humanos nos hacen, la solidaridad.
Sin embargo, al abrigo de toda esta corriente, han surgido también las estrellas mediáticas, que al conseguir un gran número de seguidores, o tener una gran repercusión en los medios de comunicación de masas, olvidan el lugar donde deben y pueden ser eficaces, el aula.
No quiero decir que el impartir charlas y extender teorías pedagógicas no sea una función admirable, que puede ayudar a mejorar la práctica de muchos maestros/as, y con ello el perfeccionamiento de todo el sistema. Pero a mi entender, no debería haber una desconexión total de la práctica docente; lo vengo comentando aquí desde hace mucho tiempo, es el ancla que nos ata a la realidad.
Por otra parte, debemos perfeccionar las innovaciones educativas día a día; la misma velocidad tecnológica que nos hace avanzar y nos da nuevas posibilidades a velocidad de vértigo, nos obliga a adaptar las teorías pedagógicas y didácticas, las segundas más todavía si cabe, casi a diario. No puedo implementar una práctica innovadora y dedicarme a difundirla sin mejorarla día a día y poner en práctica esas mejoras analizando los feed-backs que me van llegando.
Puede que caigamos en la tentación de centrarnos más en extender nuestros prácticas innovadoras que en llevarlas a cabo en nuestra práctica docente. La vanidad es peligrosa, y a todos/as nos gusta que nos reconozcan nuestra labor, que nos digan lo buenos profesionales que somos, pero no podernos quedarnos en esos cantos de sirena, es muy peligroso. La verdadera adulación debe venir de los resultados de la evaluación; y no me refiero a la de los niños/as, sino a la importante, a la de nuestro proceso educativo. La satisfacción no puede venir tan solo cuando vamos a un gran restaurante, necesitamos encontrarla en el bocadillo que nos comemos todos los días.
Imagen: http://enfocandoaalba.blogspot.com.es/
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