Leía ayer en el fantástico blog de Marisa Álvarez
"En el recreo", un artículo sobre los asesores de los CIFES. En
el mismo, Marisa desmonta mucho de los mitos que circulan en el mundo de la
docencia sobre las funciones de los asesores/as. Es cierto que tendemos a
generalizar sobre las funciones de dichos profesionales, aplicando a todos/as
la realidad de unos pocos. Pero en este país es algo general, tendemos a
desprestigiar la labor de todo un grupo, tan solo analizando la labor de sus
miembros menos eficaces.
Es cierto, como dice Marisa, que algún asesor/a lo es por ser amigo/a de
algún responsable educativo, que está más cerca de su casa que en el destino
que le correspondería, y que se dedica a repetir la misma charla de formación
allá por donde va, adaptándola con calzador al tema propuesto en cada momento.
Pero también es cierto, que en el colectivo, hay un gran número de personas competentes que creen
en su labor, y que apuestan por una mejora del proceso educativo a través de la
formación docente. Aquí le doy toda la razón.
Creo que lo que sí que se produce en la mayoría de los casos, es una
desconexión con el mundo real de la escuela. El no acudir durante varios años a
la realidad diaria de los centros, hace que se pierda cierta perspectiva, y que
la conexión con los docentes a los que luego hay que formar esté diluida y sea
menos provechosa. Por eso, a mi parecer, es interesante la idea de que los
formadores/as no se desligasen totalmente de los centros educativos, que
mantuviesen unas horas de clase semanal. No deberían ser muchas, podría incluso tratarse de actividades de refuerzo educativo para planificar más fácilmente
dicha aportación. Sé que puede parecer costoso, pero el tener que acudir al
colegio o el IES una mañana semanalmente, no me parece una traba excesiva en el
trabajo del asesor/a a cambio de todo lo que se ganaría.
De momento el comentario diario de los compañeros/as, que harían ver una
realidad más cercana. No es lo mismo acudir a un centro a una visita de
formación, que tener una referencia semanal. Por otro lado, el contacto con los
alumnos/as, energía necesaria para un docente; no me cabe en la cabeza un
maestro/a que no necesite esta relación.
El problema que puede surgir es logístico, pero no existen esos problemas,
siempre se puede y se debe encontrar una solución a estas problemáticas.
Económico tampoco, quizá el asesor deba retraer algo de tiempo de su labor en
el CIFE, pero no supondría la creación de demasiadas plazas adicionales.
No tiene nada que ver con la figura del COFO, figura que no se encuadró lo suficientemente
bien y que rara vez supone una dinamización real de las necesidades de
formación de los centros educativos.
Sería cuestión de replantearse las dos figuras, y relacionarlas con el
servicio de inspección educativa.
Creo que nadie mejor que el Inspector/a de referencia de un colegio, para
conocer cuáles son las debilidades pedagógicas de un determinado centro, y es
desde aquí desde donde se deberían implantar y gestionar los planes de
formación, pero eso lo trataremos en otro post. Cuando hablamos de la formación
en los colegios, no basta con ver la imagen que creemos tener, nos tienen que
hacer ver la que desde fuera se tiene de nosotros/as. De la misma manera, los formadores no tienen que conocer esta realidad desde una imagen, sino desde su propia experiencia cotidiana.
Imagen: http://enfocandoaalba.blogspot.com.es/
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