Pero volvamos a las aulas, decía antes, que es una frase muy recurrente en mis clases, puesto que en realidad, si queremos, podemos serlo. Lo que tenemos que cambiar es el concepto de superhéroe. No tenemos que fijarnos en los personajes de Stan Lee y de la Marvel, debemos fijarnos en las personas que nos rodean. Con el tema de los refugiados de las guerras de Siria y colindantes, que llegan a las fronteras de Europa, están nombrando en los noticiarios a los verdaderos héroes anónimos, pero los nombran de soslayo, casi sin darles importancia. Son todas aquellas personas que se acercan a confortar en la medida de sus posibilidades, a las personas que están sufriendo los horrores, ya no de la guerra, sino de lo que a mí me parece aún peor, del éxodo. Personas que desde Grecia hasta Alemania, y saltándose cualquier tipo de organización estatal o europea, acuden con lo que tienen, a socorrer a unos congéneres, que hasta hace poco no sospechaban que podrían encontrarse en esa situación. Los verdaderos héroes, no tienen capa de color rojo, no vuelan ni lanzan telas de araña desde la mucheca, en realidad llevan mantas, alimentos y agua, no se les reconoce fácilmente, y sin embargo están a nuestro alrededor.
Pero no hace falta marcharse hasta un conflicto armado para encontrarse a estas superpersonas, aquí a nuestro lado, abundan más de lo que podría parecer en un principio. Desde que empezó esta crisis que padecemos, su número se ha incrementado considerablemente. Son voluntarios que colaboran en multitud de instituciones, para poder facilitar algo la vida a quienes peor lo están pasando. Estos superhéroes nos rodean constantemente, y estos son los que mostraba a los alumnos en mis clases como ejemplos a seguir. Además uno puede ser superhéroe por un instante ayudando a un compañero/a sin pedir nada a cambio, la palabra mágica es compartir.
Los alumnos/as de primero de nuestro colegio, realizaron el curso pasado un proyecto, con los héroes de la Marvel como centro de interés. Iban consiguiendo los emblemas de héroe, hasta acabar con la capa, si superaban retos de la vida diaria. Fue un éxito rotundo, tanto que creo que se podría institucionalizar. Si consideramos, que para poder ser personas excepcionales, debemos realizar actos imposibles, nunca conseguiremos intervenir en la consecución de un mundo mejor. Debemos entender que nuestro campo de acción está a nuestro lado, y que es muchísimo más amplio de lo que puede parecernos a primera vista. En este sentido, la escuela, a la que cada vez se carga con más responsabilidades, sí que tiene algo que decir. Nosotros podemos, desde aquí, conseguir formar a muchos superhéroes. Al menos desde E. para la Ciudadanía yo lo intentaba, era mi forma de "adoctrinar".
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