Lo cierto es, que la disposición transitoria sexta, era una barbaridad que se hacía cuesta arriba, por mucho interés que se tuviese en realizarla según los parámetros del equipo de gobierno anterior. Pero también es verdad, que dejando los estándares a un lado, el desarrollar una nota competencial, que debía ir en el boletín, mejoraba, y mucho, la objetividad de la calificación, puesto que no viene marcada por la decisión de un solo docente, sino por la de todo el equipo didáctico.
Nosotros así lo realizamos en la última evaluación del curso pasado. No lo hicimos tan solo en los cursos en los que se implantó la LOMCE. Al final de la etapa, en sexto curso, también había que calificar las competencias, y siguiendo el mismo método que habíamos diseñado, nos resultó mucho más sencillo de lo que puede parecer en un principio.
Las sesiones de evaluación en la mayoría de los centros educativos, se convierten en una mero exposición de las notas de área, cantándolas por parte de los docentes y siendo recogidas por los tutores/as. A nuestro entender esto no sirve para nada, las sesiones se tienen que dedicar a comentar las medidas a adoptar con los alumnos/as que las necesitan, y las medidas han de tomarse por todos los docentes que forman el equipo didáctico, y por supuesto en todas las áreas del currículo. Son medidas que se toman para mejorar la adquisición de las competencias, y por tanto, corresponden a todos/as, nadie puede desmarcarse de las mismas, y el trabajo en común es imprescindible. Por eso mismo el trabajo debe valorarse entre todos/as, no vale la individualización en los registros competenciales.
Ahondando más en el tema, los criterios de promoción, están marcados desde la nota competencial; si no se registra la misma, tenemos un gran problema para tomar las decisiones sobre el paso de curso, decisión importante dentro de la vida escolar de los alumnos/as. Pero si esta decisión es importante para los niños/as creo que es imprescindible, comunicárselas a los padres. Por esta razón, si alguna calificación debe darse a conocer a las familias, esta debería ser la competencial, siguiendo el modelo europeo, y no la de área, que no deja de ser más que la apreciación de un solo docente sobre el proceso de aprendizaje, y que tiene reminiscincias medievales.
Es cierto que volver al estilo de calificación anterior, resuelve la angustia de muchos docentes, que ante el miedo a lo nuevo, y a tener que reciclar su sistema de calificación, y muchas veces de sus métodos docentes, pueden volver a la labor realizada durante toda su vida profesional, sin plantearse ningún cambio. No sería nada malo, si hubiese detrás una reflexión continua sobre la eficacia del método empleado, pero la mayoría de las veces, la única motivación para no buscar un cambio, es el famoso "siempre se ha hecho así" que se ha convertido en un paradigma. Eso es un paso atrás, que no incentiva precisamente la mejora profesional.
Por otro lado, está la sensación dentro del magisterio, de que no pasa nada por no cumplir las normativas nuevas que se plantean, de todas formas, no se llevarán nunca a cabo. Por eso, a pesar de una gran cantidad de leyes educativas, promulgadas durante el periodo democrático, muchos maestros/as, y profesores de secundaria, siguen anclados en la ley del año setenta. En una conversación entre amigos, me comentaban, que un docente de instituto en una reunión de evaluación, solo podía basarse en la nota de un examen, puesto que solo calificaba a través una única prueba escrita, y lo malo es que no se planteaba, ninguna otra posibilidad. Por eso si se mantiene la calificación por competencias, esas actitudes deberán variar, hay que pensar que algo bueno tenía la normativa de evaluación.
Evaluar sobre todos los estándares era una barbaridad, era una locura, y más aún con la premura que se quiso implantar, pero volver a calificar, con las áreas tan solo, como base, es un error. Existe el término medio, no podemos olvidar que la calificación por competencias es normativa europea, y que aunque muchos docentes no lo supiesen, estaba implantada antes de la LOMCE; lo que pasaba es que se hacía de una forma chapucera, y sin control por parte de la administración. Se trataba tan solo de cumplir el expediente
Por lo tanto, mi apuesta es por la calificación competencial. Mejora la capacidad de trabajo en equipo por parte de los docentes, es mucho más real, como reflejo de las capacidades de los alumnos/as, e implica una reflexión sobre los métodos didácticos. No tiremos todo el trabajo a la basura, y aprovechemos la parte válida.
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