No es tan solo que implica una falta absoluta de autoevaluación del proceso educativo, es que no nos planteamos tampoco, el esfuerzo que supone para algunas familias la adquisición de un material, que si no vamos a utilizar con cierta regularidad, podrían ahorrarse las familias.
Pero por otro lado la Administración actúa con los colegios de la misma manera, no se plantea nunca si se le va a sacar un rendimiento óptimo a las inversiones que se realizan. Si se le ocurre que hay que dotar a los colegios con pizarras digitales, con uno de los modelos más caros además, pues para todos pizarras. La lógica dice que no vas a darle un coche a alguien que no tiene carnet de conducir, o que no se destinará a un policía a la división motorizada si no sabe ir en moto. Aquí no, se considera, de una forma absurdamente ingenua a mi entender, que cuando un maestro/a recibe un material, va a formarse y cambiar su metodología automáticamente, para sacar el máximo rendimiento de la herramienta.
La realidad todos sabemos que es muy diferente, se arrincona la tecnología aportada, y se sigue utilizando la anterior. Nosotros, en los cursos superiores, al recibir las pizarras digitales retiramos las de tiza, la necesidad obliga y utilizamos los recursos aportados, nos autoimpusimos su uso, y por cierto con buenos resultados . Bien es cierto, que no sabemos sacar todo el jugo que pone a nuestra disposición esta herramienta tecnológica. Si nos hubiesen dotado de otras con un valor inferior, no notaríamos la diferencia.
De la misma manera, se dotó a los centros con los tablets-pc hace ya ocho años, una inversión carísima, que bien pensada podría haber costado una tercera parte, sustituyendo dichos tablets-pc por portátiles más sencillos. Creo que en esta operación quien salió bien librado fue Microsoft, pero bueno dejémoslo correr. Una vez que los colegios disponen de este material, hay que sacarle máximo rendimiento, es más, tienen que estar en uso la mayor parte del tiempo. Nosotros utlizamos un calendario para optimizar dicho uso. Tenemos a disposición de los alumnos/as la mayoría de los equipos, funcionando a buen rendimiento. Es cierto que nos hemos preocupado por cambiar baterías y cargadores, y hemos instalado, por nuestra cuenta y con nuestro esfuerzo, el sistema operativo Linux, lo que nos da mayor operatividad. Así de ochenta equipos con los que nos dotaron, seguimos utilizando setenta y siete, que tras ocho años, es un rendimiento más que aceptable. Ciertamente, nos cuesta nuestro trabajo, pero creemos que estas inversiones no se pueden desperdiciar, no en vano se pagan con dinero de todos.
La cuestión es que la Administración nunca ha valorado este esfuerzo, una vez que entrega un material, no realiza ningún tipo de seguimiento real de la utilización y el buen o mal uso que se hace del mismo. Las estadísticas están cubiertas y no tiene ningún interés real por la inversión realizada. Se pone, otra vez, el rendimiento en manos del buenismo de los maestros/as, y no es que no repercuta negativamente el mal uso. Es peor, no se premia la utilización eficaz. Así en la próxima entrega de recursos, no se dotará mejor a los colegios que han demostrado que son capaces de sacar mayor rendimiento a las herramientas, sino que se optará por el café para todos, sin ninguna reflexión ni consideración posterior. Lo que no provoca más que el desánimo y la desolación entre los que se han esforzado por aprovechar al máximo los recursos que se tienen al alcance.
Da igual pues que te esfuerces, o que te tumbes a dormir, vas a tener el mismo premio. Es cierto que tu profesionalidad es la que debe motivarte, pero también que la Administración debería ayudarte. ¿No sería un acicate, que los colegios que más optimizasen los recursos, recibieran mejor dotación? ¿No sería más justo?
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