Me declaro un entusiasta seguidor del deporte de las dos ruedas, estoy disfrutando estos días con el Tour de Francia. Ya sé que se denosta a estos deportistas por una buena parte de la sociedad por el asunto del doping, pero lo que es indiscutible es que los ciclistas están hechos con otra pasta. Aparte de la dureza que tienen las etapas, el esfuerzo físico tremendo al que se someten día tras día durante tres semanas, a mí lo que me maravilla es su fuerza de voluntad. Cuando ves que tras una caída, con el maillot destrozado, sangrando a tope por la abrasión del asfalto de la carretera, magullados a más no poder, su primera intención es coger la bici para seguir en carrera, que son atendidos por los médicos mientras siguen montados en la bicicleta, y que muchas veces, tras acabar la etapa, deben abandonar al día siguiente, porque tenían alguna fractura, esta actitud me resulta digna de admirar.
Así que podemos trasladarlo a la escuela, cuando escucho a algunos maestros/as, que para que vamos a hacer nada si seguramente cambiarán la ley, recuerdo a los ciclistas y me dan ganas de que nuestra profesión tuviese ese espíritu de los esforzados de la ruta.
Si nos cambian la ley, pues es como si sufriésemos una caída, nos levantamos y seguimos pedaleando. Ya veremos que tenemos que hacer al acabar la etapa, si abandonamos o seguimos en carrera, pero nunca, nunca debemos abandonar en mitad de la misma.
Solo con este espíritu podremos avanzar en consideración social, ya no solo como maestros/as, sino también como representantes de la función pública.
No podemos pensar que trabajamos para nada, a veces el pelotón se distancia y el caído no puede alcanzarlo, pero si no traspasa la línea de meta, yo no puede seguir en carrera. Si nosotros nos dejamos llevar ante las adversidades, perdemos la ocasión de mejorar como docentes, podemos pensar que por no hacer unos papeles que se van a derogar no perdemos nada, en sentido estricto no hay duda de que es cierto, pero eso solo si hacemos realizamos los documentos con un simple corta y pega, sin una reflexión de lo que estamos haciendo.
Si realmente en la realización de dichos documentos, mantenemos un espíritu de reflexión, intentando que en ello se refleje una mejora docente, aunque se produzca una derogación de la ley que los impulsa, la reflexión didáctica y pedagógica queda para nosotros, nos ha hecho mejorar, y hemos ganado profesionalmente. Puede que no vayamos a ser líderes de la carrera, pero si no abandonamos y seguimos en la misma, podemos ganar alguna etapa futura. Ese es el espíritu que tanto me gusta de los ciclistas.
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