Cuando una actividad es intensa, y no me refiero solo al trabajo físico, sino al de reflexión y evaluación , es necesario un periodo de relax, de dejarlo en standby, y así, no perder la ilusión ni la energía necesarias para llegar a buen puerto en el futuro.
En el trabajo docente, si lo que se hace no es seguir las directrices marcadas desde fuera, en el libro de texto, es necesario también este periodo de inacción, de acumular ideas por raras y extrañas que puedan parecer y tras un análisis posterior, filtrar las que puedan ser más operativas, eficaces y eficientes.
No es un periodo de tiempo perdido, ni mucho menos, es cargar el depósito de combustible, llenar el pantano en tiempo de crecida, para una vez depuradas, hacer buen uso de esas aguas.
Lo mismo me ocurre a mí con el blog. El año pasado comprobé que era muy necesario dejarlo aparcado por un tiempo, aclarar mis puntos de vista sobre los temas educativos, viéndolos de una perspectiva un poco más alejada, para que de esta forma, la vehemencia de las conclusiones tomadas en caliente, no alteren mis opiniones y las dogmaticen.
Por ello, como ya hice hace un año, voy a tomarme unos meses de relax, centrarme este final de curso en la evaluación del proceso educativo que he empezado este año, modificar lo que sea necesario; para así, continuar desarrollándolo el curso próximo de una manera más eficaz y eficiente, ya sé que soy un pesado con estos dos conceptos, pero... ¡Me parecen tan importantes! Luego a descansar durante el periodo vacacional.
Descansar para un docente, no es dejar de pensar y tener ocurrencias que luego hay que convertir en ideas procesadas, como acabo de explicar, pero sí que es tomarlo de forma más sosegada y no ir a buscarlas, sino esperar a que ellas lleguen por sí mismas. Un profesional no puede dejar de ver situaciones educativas, pero como digo, no es lo mismo verlas que tener que ir tras ellas.
Así que me despido de todos hasta el próximo mes de septiembre, donde volveré a daros la lata con mis pequeñas reflexiones y a comentaros el discurrir de mis andanzas profesionales, por si a alguien le pueden servir de inspiración y le generan adaptaciones que puedan ayudar en su proceso educativo. Hasta entonces un saludo y un abrazo.
DESENREDANDO EN LA ESCUELA
UNA PEQUEÑA APORTACIÓN DESDE MI HUMILDE EXPERIENCIA, SOBRE COMO SE PUEDEN INTENTAR SOLUCIONAR LOS PEQUEÑOS PROBLEMAS DIARIOS QUE SE PRODUCEN EN LAS ESCUELAS.
elpaquez@gmail.com
elpaquez@gmail.com
jueves, 1 de junio de 2017
domingo, 28 de mayo de 2017
FINAL DE CURSO, EVALUACIÓN Y HERRAMIENTA DE CALIFICACIÓN
Se acerca el final de curso y con él las sesiones de evaluación.
Los docentes nos ponemos muy serios cuando empleamos esta palabra, y más si lo
que se decide es la promoción o no de un alumno/a. Nos sentimos con una
responsabilidad que roza lo judicial, puesto que con nuestra decisión vamos a
determinar el futuro próximo de un niño o una niña. Está bien, así debe de ser, aunque me parece que otras cuestiones, como la evaluación de nuestra labor, que es mucho más importante, la tomamos mucho más a la ligera. Sin embargo, es cierto que somos profesionales y estamos capacitados para juzgar el desarrollo educativo
de nuestros alumnos/as. Pero lo curioso es que cuando en dichas sesiones de
evaluación, surge alguna discrepancia sobre lo conveniente o no para un
determinado niño/a, algunos compañeros se transforman repentinamente en
calculadoras y tan solo son capaces de repetir cifras sin ningún otro
argumento. "Es que tiene un cuatro con veinticinco". "Es que la media de las
evaluaciones no le llega, aunque ahora mismo sí que ha alcanzado los contenidos
mínimos", y un sin fin de argumentaciones de este estilo. No se oye hablar si el
alumno/a es competente, si se le ha evaluado teniendo en cuenta todas las
posibilidades que hacen referencia a las inteligencias múltiples, o sea si se
han usado varios instrumentos de evaluación además de las consabidas pruebas
escritas,..
Lo cierto es que los docentes
hablamos de evaluación pero lo que realmente hacemos es calificar, y calificar
contenidos adquiridos, con una miopía tal, que si fuésemos capaces de
vernos a nosotros mismos en determinados momentos, nos resultaría sonrojante.
Los cambios en el modelo de
evaluación, realizando un inicio de derivación hacia lo competencial no son
cosas de la LOMCE, ya en las leyes anteriores estaban contemplados, pero los
maestros/as nos negábamos a verlo. Como a todos los colectivos, nos cuesta
realizar cambios en nuestro modelo de actuación. El cambio de evaluación no es
posible sin una transformación metodológica. Es de las pocas cosas positivas
que le veía y le veo a la LOMCE, y sin embargo por no buscar una adecuación
real de nuestro trabajo, más allá de pequeños postureos con nombres en inglés,
somos capaces de desecharlos sin tener antes un proceso de reflexión.
Debemos valorar las capacidades
de nuestros alumnos/as, su forma de encarar los problemas, las estrategias que
son capaces de establecer, las técnicas que dominan y que utilizan, en suma su
capacidad competencial. Como digo que si queremos cambiar algo dentro del
colectivo docente, debemos facilitar la labor. Os vuelvo a
compartir la herramienta de calificación por áreas y competencias a través de los instrumentos de evaluación. Solamente
hay que descargarlas desde el widget lateral del blog. Os comparto también aquí
los video tutoriales. De todas formas debemos tener claro que no hay que
cambiar la calificación, sino la evaluación de todo el proceso, es lo que
realmente nos llevará a la transformación del sistema educativo.
miércoles, 24 de mayo de 2017
¿Cuántas religiones deben atenderse desde la escuela?
Leo con estupefacción un artículo de opinión en el Heraldo de
Aragón donde se critica la petición de un padre, agnóstico en sus creencias
religiosas. Reclama que su hijo pueda acudir a un colegio donde ninguna
confesión religiosa esté presente en el Proyecto Educativo del centro. Como
argumento, el periodista, plantea que por el mismo motivo una persona católica tiene el
derecho a llevar a su hijo a un colegio con ese ideario, cuestión que nadie
pone en duda; pro es que además, por el mismo motivo, esgrime que debe ser financiado por el erario público, lo cual
ya es algo más que discutible.
No se puede comparar el derecho
a la no alineación religiosa en la escuela, para que esa facultad corresponda
únicamente a la familia, que el derecho a poder elegir un colegio de una determinada.
Si así fuera ¿no tendría el hijo de musulmanes, hebraicos, mormones,
evangelistas, budistas, anglicanos y animistas el mismo derecho a tener a su disposición un
centro con concierto educativo que atendiese sus demandas religiosas? Se puede
contestar que no hay demandas suficientes para atender estas peticiones y que
no sería rentable ¿Pero es la rentabilidad económica el listón que debe definir
si los ciudadanos tienen un derecho o no? ¿El número de personas hace que un
derecho pueda llevarse a cabo o deba soslayarse?
Los argumentos se caen por su
propio peso. Estamos en una sociedad donde a base de repetir machaconamente
algunos argumentos los damos por ciertos sin llegar a realizar ninguna
reflexión sobre los mismos. Tanto es así, que eliminamos del currículo un área
como Educación para la Ciudadanía, con el argumento que era alienante, y
sin embargo, aumentamos el horario de la que lo es por definición, puesto que se
basa en la fe y no en la razón, la religión, sea la que sea. Total, en estos
tiempos con los casos de corrupción, los casos de violencia de género, los
casos de ataques terroristas, no es necesario que desde niños/as reflexionemos
sobre nuestro comportamiento individual dentro de la sociedad en la que vivimos
y que debemos mejorar. Es mucho más educativo que nos tengamos que creer a pies
juntillas aquello que se nos dice, muchas veces con el ejemplo opuesto, desde
las altas jerarquías del dogma x, me da igual el que sea.
No, no es lo mismo pedir una
educación en valores generales y aceptados por todos/as, que querer unos
concretos y determinados por un determinado dogma. No vale con decir que un
rezo no le hace daño a nadie aunque no sea creyente, me temo que no vale, sobre
todo porque a las personas a las que les he escuchado este argumento siempre lo
esgrimen cuando es el de su religión el que no es dañino.
Lo lógico es que la escuela
financiada por todos/as fuese agnóstica, que no atea, creo que sobra la
aclaración pero mejor matizar. Cada familia, después, en las horas de su
convivencia, debe decidir la orientación religiosa que quiera
darle a sus hijos, y llevarlos al templo que consideren conveniente.
Se puede argumentar que para
ello está la libertad de elección del área de religión en la escuela, pero
tampoco es así. En una como la mía, donde se oferta religión católica, religión
islámica, religión evangélica y valores, con diferente horario de los docentes
para cada una de ellas, lo único que conseguimos es una desorganización del
resto del currículo, sin que además, se pueda profundizar en demasiados valores
religiosos. Por otro lado, los valores ciudadanos, que se pueden abordar desde
la clase de religión, o no, quedan más y mejor trabajados en unos alumnos/as
que en otros, solamente por el tiempo que se dedica a su reflexión y
concienciación desde el área de valores que algunos no reciben dichas clases ¿Es que no
tienen la suficiente importancia en sí mismos? ¿A lo mejor es que no hay
interés en conseguir ciudadanos reflexivos y responsables y es mejor tener
gente sumisa que se crea los relatos con los que nos quieren alienar?
Yo como profesional, que ha
impartido Educación para la Ciudadanía, me sentí altamente ofendido cuando se
comentaba que estábamos adoctrinando a los niños/as desde nuestra área. Repito
que soy profesional de la educación, que tengo muy claros los valores que debo
impartir, separándolos de mis ideas personales, y sin embargo se me tachaba
poco menos que de manipulador de la mente de los alumnos/as. Sin embargo, la
labor de un cura, de un pastor, de un imán o de un rabino o de las personas
designados por ellos para la labor escolar, no se cuestiona, algo tenemos que
hacer para mejorar una sociedad que no quiere fiar de los profesionales que
ella misma ha elegido y sí que lo hace de otros cuya elección ha recaído en
figuras externas.
En teoría, ningún grupo quiere
nada malo para sus miembros, no me refiero a las élites de los mismos, sino al
grupo social en sí. Sin embargo, hemos dejado que se demonice a los
profesionales que han llegado a determinados estamentos sociales tras superar
las pruebas de promoción que la misma sociedad ha impuesto. Si eso es así, a lo
mejor deberíamos cambiar el sistema de acceso o de control de esos
puestos, pero no es normal desconfiar de su labor profesional. Confiar más en aquellos que no lo han superado, solamente porque
comparte una determinada fe religiosa, no me parece razonable. ¡Ah! que esto va
de fe y no de razón, ahora comienzo a entender.
Si miramos hacia arriba todos/as vemos el mismo cielo, eso es lo que se debe tratar en la escuela, aunque luego cada uno puede creer que detrás hay lo que quiera, pero eso ya es labor de la familia.
IMAGEN ALBA LAMUELA
domingo, 21 de mayo de 2017
Los docentes debemos ser PROFESIONALES antes que artistas.
Lo atractivo de lo bello, de lo bonito es algo innegable. En una
sociedad como la nuestra, donde lo inmediato tiene un lugar de preferencia,
donde lo visual prima sobre cualquier otra forma de acceso a la información, precisamente
por eso, por la velocidad en el procesamiento de la misma, no podemos
caer en la tentación de generar nuestros juicios de valor desde esta única
perspectiva. Últimamente en los claustros docentes, se escuchan valoraciones
sobre metodologías, sean innovadoras o no, como ¡qué bonito! ¡qué cool! o ¡qué
cuqui! Sin embargo juicios de valor como ¡qué eficaz! o ¡qué buenos resultados
se obtienen! son mucho menos frecuentes. Lo cierto es que estamos perdiendo un
poco el norte de los objetivos de nuestro trabajo. La belleza en los materiales
preparados y su atractivo visual son importantes, pero desde luego no
pueden ser el eje sobre el que vertebrar una determinada metodología, ni el eje
director de nuestro trabajo.
Si queremos
implantar una innovación educativa en nuestro proceso educativo y en
nuestro entorno, no podemos cargarnos con más trabajo que el que necesitaba
nuestra dinámica anterior, puesto que si no lo conseguimos, el nuevo método
está condenado al fracaso más tarde o más temprano.
Si yo pretendo
trabajar sin libros de texto, no puedo implementar una metodología que me
requiera tres horas de preparación de material diariamente, o al menos no
durante un tiempo excesivo. Puedo asumir esta circunstancia por un tiempo
limitado, la ilusión del cambio me arrastrará por unas semanas, pero si no
logro revertir esta situación, me cansaré y volveré a trabajar con los
materiales anteriores, los libros de texto.
Cualquier cambio
metodológico tiene que suponer una mejora en el proceso de aprendizaje de los
alumnos/as, pero también en el procedimiento de trabajo del docente. Veo a
muchos maestros/as recortando cartulinas, diseñando materiales para una única
actividad, decorando una pared y haciendo fotos que luego se comparten en las
redes sociales en grupos de docentes. Pero también, cada vez más veo a compañeros/as que
se han visto arrastrados a compartir la actividad "innovadora" en el
centro echando sapos y culebras por la poca rentabilidad que le ven a dicho
trabajo. Si queremos un cambio metodológico, no puede venir por cargar a los
docentes de tareas que pueden ser sustituibles, o que no son imprescindibles en la
metodología que queremos cambiar, a no ser que tengan una rentabilidad
pedagógica extraordinaria, que no suele ser el caso.
Si queremos un
cambio real, debemos buscar la eficacia, la eficiencia y la rentabilidad
del trabajo por encima de cualquier otra consideración, incluida la estética;
sobre todo la estética. Con ello no quiero decir que sea negativo fabricar materiales
atractivos, quiero decir que no puede ser nuestra primera premisa, que tan solo
debe ser un añadido, a realizar solamente cuando sea posible, y que suponga una
carga de trabajo adicional.
Somos o al menos
debemos ser profesionales, personas formadas para solucionar problemas
complejos dentro de un campo determinado, no somos artistas, aunque pueda ser
un plus. No debemos confundir el orden de las cosas. Lo importante es ser
eficaces en nuestro trabajo, lo demás es secundario.
Lo importante es ser capaz de subir a una montaña, y hacerlo de la forma que nos genere el menor cansancio posible, aunque sea mucho más "cool" hacerlo mientras se cantan arias operísticas, por mucho que Plácido Domingo nos haya dado una ponencia como "experto" en educación.
miércoles, 17 de mayo de 2017
ONDALABOR. ABP EN SEXTO DE PRIMARIA LA EMISORA DE RADIO COMO ELEMENTO VERTEBRADOR.
El proyecto del tercer trimestre en nuestra clase es la creación
de una emisora de radio online. Ya sé que no es novedoso, hay muchos centros
que tienen la suya y funcionan muy bien. Sin embargo sí que es innovadora,
puesto que con los medios precarios con los que contamos, hemos sabido y podido
organizarnos, para producir unos programas que en relación calidad-precio son
muy atractivos ☺☺
Nos hemos lanzado, y el elemento
motivacional es alucinante, máximo. Lo primero fue proponer los programas que
debía tener nuestra emisora y los géneros radiofónicos que queríamos tocar. Una
vez decidido, repartirlos, dilucidar el número de reporteros que debía tener cada
programa, sortear los puestos de la redacción, y una vez que cada alumno/a tenía en su poder
la papeleta que le acreditaba como responsable de un determinado programa,
poder realizar los cambios que creyesen convenientes, siempre bajo el consenso
de todos los implicados.
Con la redacción definida,
hemos elaborado lemas, logos y sintonías para cada programa, así como para la
emisora. Hemos grabado y editado los mismos, hemos creado las plataformas donde
vamos a colgar todos los programas, decidiéndonos por el uso de blogs, por la
facilidad de acceso a los mismos, así como por ser ya competentes en la edición
de los mismos.
Con todo el trabajo previo
organizado, redactamos los guiones de los programas, los revisamos y los
grabamos en el ordenador del maestro, que es el más nuevo, solo tiene cinco
años de antigüedad, ellos trabajan con tablets-pc que ya tienen una década,
pero que hemos adaptado para que nos sean útiles.
Con los programas grabados en
formato audio, los equipos de redacción lo montan con las sintonías y los
efectos que creen que son necesarios. Con el producto ya terminado, lo suben a
una plataforma de podcasts y comparten el enlace en el blog de su programa que
está enlazado en el general de la emisora.
El trabajo es multicompetencial, es motivante y además es
eficaz. No conlleva una sobreproducción de materiales ni de esfuerzo por parte del docente,
que una vez explicado el proceso, se dedica a la supervisión de los
resultados.
En fin, que no es algo nuevo,
pero para mis alumnos/as alumnas y para nuestro proceso educativo sí que ha
sido innovador, y lo que es mejor, eficaz. Estamos muy contentos, tanto los
niños/as como yo en mi labor docente.
Repaso las competencias que
estamos trabajando:
Competencia lingüística.
Evidente que en el desarrollo de los guiones, y en la producción de los
programas, la trabajamos en profundidad. El lenguaje es el vehículo transmisor
en un programa de radio.
Competencia matemático científico-tecnológica. En la
edición de programas, en la medida de los tiempos, y en la creación de
estadísticas de audiencia y de cualquier otro tipo que la temática de algunos
programas pueda sugerir. Así como en los presupuestos a realizar sobre la
publicidad necesaria para que la emisora sea viable económicamente, en un
supuesto estudio de viabilidad.
Competencia digital. En la
edición de los programas, también en la creación y adecuación de los blogs de
los mismos. Además en su mantenimiento y en la creación de los podcasts, así
como en la vinculación de los mismos a la red.
Competencia de aprender a
aprender. En la toma de decisiones y organización del trabajo para que sea
eficaz. La estructuración del mismo es una parte importante que nos ayudará a
maximizar recursos y esfuerzos. Aplicado posteriormente a la dinámica de
estudio y trabajo personalizado, mejorará las técnicas de futuros aprendizajes.
Competencia social y ciudadana.
El trabajo en grupo y la autonomía de los mismos a la hora de tomar decisiones, llegando a acuerdos tanto en los temas a tratar, como en la realización de los
diferentes programas. Aprendemos a que la colaboración eficaz es la mejor forma
de crecimiento en el trabajo y la que nos proporciona los mejores
resultados. Deben definir liderazgos dentro de los grupos de trabajo y
comprender que no deben ejercerse de forma autoritaria ni permanente, puesto que en este
caso, el trabajo no llega a buen puerto.
La competencia emprendedora.
Los alumnos/as son los responsables de la toma de decisiones de su programa en
todos los sentidos. Deben de tomarlas para llegar al mejor resultado posible.
El docente solo aconseja si se le solicita, favoreciendo, eso sí, la evaluación
constante por parte del grupo de los resultados que se vayan obteniendo,
potenciando las posibilidades de mejora.
La competencia de conciencia y
expresión cultural. Los alumnos deciden la estética del blog donde alojan sus
programas, diseñan el logo y el lema del programa, además de fabricar con los
elementos que consideren necesarios la sintonía de los mismos. Aquí a la
hora de elegir el soporte musical de dichas sintonías queda patente el ambiente
cultural en el que se mueven.
Os dejamos el enlace a la
emisora. Pincha en el logo y comienza a escucharnos.
domingo, 14 de mayo de 2017
¿COMPETENCIA O CAPACIDAD COMPETENCIAL?
Si enfocamos nuestro trabajo desde la organización tradicional de
áreas y adquisición de contenidos, no tendremos excesiva dificultad a la hora de
la calificación de los alumnos/as. Quiero reseñar que no me estoy refiriendo a
la evaluación, sino a la pura y dura calificación. Si el niño/a tiene los
contenidos adquiridos, pues obtiene calificación positiva, y si no lo ha hecho,
la calificación es negativa, y así tenemos resuelto el problema.
Sin embargo, no tendremos las
mismas facilidades si nos planteamos una evaluación por competencias.
Deberíamos distinguir entre dos conceptos diferentes. Por un lado la capacidad
competencial de los alumnos/as, y por otro, la adquisición de dicha competencia, evaluada a través de la realización de las tareas competenciales que se
propongan por parte del docente.
En el supuesto de una evaluación sobre la adquisición de los contenidos, el maestro no se suele plantear la responsabilidad del fracaso, si un alumno no los adquiere, surgirán dos alternativas, o el niño/a no es capaz, o es indolente en la capacidad de trabajo.
En el supuesto de una evaluación sobre la adquisición de los contenidos, el maestro no se suele plantear la responsabilidad del fracaso, si un alumno no los adquiere, surgirán dos alternativas, o el niño/a no es capaz, o es indolente en la capacidad de trabajo.
Pero si nuestro punto de
referencia es la competencia, deberemos plantearnos si los alumnos/as tienen
capacidad competencial, si la tienen y nos son capaces de realizar las tareas,
se deberá, seguramente, al planteamiento de las mismas por parte del docente. Es desde este punto, desde donde podemos hablar de inteligencias múltiples y de todas
las teorías pedagógicas que están en boga últimamente. Pero sin duda alguna la
capacidad competencial es muy difícil de calificar, podremos hacerlo sobre la
realización de las tareas competenciales que se lleven a cabo, pero no sobre
las posibilidades de los niños/as, aunque se puedan intuir en las habilidades
demostradas por los mismos, a la hora de plantear la resolución de dichas
tareas.
En el trabajo con niños de
compensación educativa solemos encontrarnos con esta paradoja. Son alumnos con
un gran potencial, una gran capacidad competencial, y sin embargo, suelen tener
unos resultados escolares muy negativos. Podemos pensar que el ambiente social
y familiar en el que se mueven les condiciona y no favorece en absoluto su
progresión escolar, y tendremos razón al afirmarlo así, pero también es cierto
que si realizamos un giro en el planteamiento del proceso educativo al que les
hacemos enfrentarse, seremos capaces de poder sacar todo el jugo a las
posibilidades que ellos son capaces de ofrecer. Ciertamente el sistema, con la
miopía que supone la calificación por áreas en las etapas obligatorias, no ayuda
al docente a plantear el cambio metodológico necesario para llevar esto a buen
puerto; pero si se quiere, se puede. Consiste en calificar las áreas desde las
competencias y no al revés, que es la forma a la que nos han acostumbrado, y sin un proceso de reflexión, creemos única. Puede parecer
complicado, pero no lo es en absoluto. Depende de la forma desde la que
programamos nuestras tareas y de que tengamos claras nuestras prioridades
docentes, dónde queremos llegar y qué queremos conseguir.
Yo al menos lo tengo claro, si
veo a un alumno/a con una alta capacidad competencial, modificaré mi sistema de
trabajo las veces que haga falta, para poder transformar esa capacidad en
competencia real. Además, es mucho más fácil de lo que parece. La
motivación viene dada con la cercanía de las tareas a los centros de interés de
los alumnos, y se consigue con una evaluación previa de la situación en la que
nos encontramos, y una individualización y adaptación de nuestro proceso a dicha
realidad. Tan fácil y tan lejano a la vez, solamente debemos alejarnos de los paradigmas educativos en los que nos quieren envolver.
IMAGEN ALBA LAMUELA
miércoles, 10 de mayo de 2017
PARA CREAR HAY QUE CREER
No soy muy dado a las citas, pero en esta ocasión voy a empezar
con una de Albert Espinosa que viene pintiparada; "El crear y el creer
está solo a una letra". Efectivamente, muchas veces somos víctimas de
nuestros miedos y de nuestra propia falta de autoestima profesional, que
normalmente no es todo lo alta que debiera. No creemos en lo que somos capaces
de hacer, puesto que el sistema, tras muchos años de convencernos de las
bondades de los libros de texto, ha conseguido que no solo nos creamos
ese paradigma, sino que además no veamos las posibilidades profesionales de las
que disponemos.
No nos sentimos
capaces de tomar una iniciativa que de verdad sea innovadora, sí que nos
atrevemos a lanzarnos a repetir la que nos propone alguien, que curiosamente no
suele estar en activo, y como mucho, podemos adaptarla a nuestra realidad. No
es mala cosa, es positivo, puesto que tras cualquier proceso de adaptación
metodológica se encuentra una profunda reflexión, y por lo tanto una evaluación
de nuestro proceso educativo, pero somos capaces de ir mucho más allá.
Ya digo, es
positivo ser capaces de liberarnos de nuestro primer yugo profesional, el
de las guías del maestro, que a veces en lugar de apoyarnos, nos ahogan. Eso
sí, siempre por utilizar un falso concepto de nuestra profesión. Pero queda un
segundo yugo, esta vez mucho más difícil de retirar y incluso de admitir, el de
nuestra propia autoconfianza y el de la confianza en los compañeros cercanos.
Nos bombardean a cursos de formación con etiquetas "innovadoras", que
además suelen usar términos en inglés para darle una falsa apariencia de
cientifismo barato. Parece que escuchar a alguien que se ha creado, o le
han creado un aura pedagógica en las redes sociales, y creer que los métodos
que nos propone son infalibles y que van a dar un resultado mágico, es adaptar
nuestros recursos profesionales desde una base sólida. Sin embargo, las
pequeñas aportaciones que nos hacen, desde su trabajo diario, los compañeros de
la clase de al lado, nos pasan inadvertidas, cuando realmente, son las más
fáciles de implementar. Pero claro, nuestro compañero/a no es un gurú educativo
que dicta sus sentencias metodológicas desde las redes sociales. Se da el caso
de que hay centros que informan sobre una determinada metodología que algunos
compañeros/as han adquirido a través de un curso de formación externo, y sin
embargo, docentes que la están llevando a cabo en el mismo centro, adaptadas a
las idiosincrasias particulares de ese colegio, pasan inadvertidos para el
resto de compañeros/as. Preferimos obtener información desde fuentes foráneas,
que muchas veces, no tienen un auténtico soporte en la realidad, a contrastar
su funcionamiento, aunque sea desde una práctica heterodoxa, del manantial que
tenemos a nuestro lado. De todas formas, ¿quién dicta la ortodoxia de una
metodología educativa? Evidentemente quien la está llevando a la práctica,
puesto que cada puesta en práctica no deja de ser un método nuevo, eficaz o no
en un momento y lugar determinados y concretos.
Es como si al lado
de una fuente pirenaica, nos diese por beber agua embotellada, y no nos
percatásemos de que podríamos habernos ahorrado el transporte de la misma
bebiendo un agua más sana y natural además.
Debemos creer en
lo que queremos hacer, debemos liberarnos de los miedos al fracaso, por algo
evaluamos el proceso, para realizar las adaptaciones que surjan y que sean
necesarias, incluso para abortarlo si dicha evaluación es muy negativa y
comenzar usando otro enfoque metodológico. Lo dicho al crear y al creer
tan solo les separa una letra. Tan solo lograremos realizar acrobacias si somos
capaces de pensar que podemos lograrlo. Pero sin duda, nos sentiremos más
seguros si le vemos realizar una parecida al compañero que tenemos al lado,
mucho más que si la hemos visto hacer en un video, en una condiciones
diferentes a la mía, aunque pueda ser el campeón del mundo.
IMAGEN ALBA LAMUELA
domingo, 7 de mayo de 2017
DESENREDANDO EN EL IES. MULTICOMPETENCIALIDAD EN SECUNDARIA.
Ha llegado a mi conocimiento una interesantísima iniciativa que están llevando a cabo en el IES Valdespartera de Zaragoza. El proyecto JUNTOS-YAYOS. Podemos pensar que en secundaria, con la preparación para la Universidad y todas las cuestiones que se consideran "importantes y fundamentales", no caben "ocurrencias" pedagógicas y didácticas como el trabajo por proyectos, la multicompetencialidad, la gamificación y todas esas "tonterías". Muchos docentes ponen cara de sesudos expertos y diciendo aquello de... ¡Cómo ha bajado el nivel! ¡Llegan sin saber los conceptos y contenidos fundamentales! ¡No sé donde vamos a llegar!
Sin embargo propuestas como la que os muestro me hacen confiar en que no es así, que se puede y se consigue trabajar de otra forma, que la formación integral y competencial es posible. Propongo un enlace, puesto que resulta un poco extenso para copiarlo en el blog, pero merece la pena dedicar un tiempo a leerlo, a mí me ha entusiasmado.
PINCHA AQUÍ Y ACCEDE A LA MEMORIA DEL PROYECTO JUNTOS-YAYOS.
Sin embargo propuestas como la que os muestro me hacen confiar en que no es así, que se puede y se consigue trabajar de otra forma, que la formación integral y competencial es posible. Propongo un enlace, puesto que resulta un poco extenso para copiarlo en el blog, pero merece la pena dedicar un tiempo a leerlo, a mí me ha entusiasmado.
PINCHA AQUÍ Y ACCEDE A LA MEMORIA DEL PROYECTO JUNTOS-YAYOS.
miércoles, 3 de mayo de 2017
LA IMPORTANCIA DEL ERROR Y LA FRUSTRACIÓN, O LA SOBREPROTECCIÓN DE LOS HIJOS
Los padres y las madres actuales sobreprotegen a sus hijos/as. Es
un mantra que se repite constantemente y algo de realidad hay detrás de él. Sin
duda, como padres no queremos que nuestros hijos pasen por malos momentos, pero
creo que esto se debe a una actitud egoísta. Si mis hijos sufren, me produce
angustia y malestar, y una forma de asegurarme mi comodidad afectiva, es evitar
que ellos/as lo pasen mal. Así increparé a todas las personas y estamentos que
les pongan en situaciones difíciles, aunque las mismas sean adecuadas en el
proceso educativo. Pero ocultando la realidad no vamos a conseguir que desaparezca.
La vida está llena de
frustraciones, y es nuestro deber como docentes, configurar situaciones de
aprendizaje que conlleven afrontar las mismas, para así, llegar a poder hacerlo de la
forma más adecuada en el futuro.
Pensar en la felicidad de los
niños/as como el único entorno en el que deben moverse es un gran error. Los
alumnos/as no deben padecer situaciones de angustia como algo habitual en el
mundo escolar. Recuerdo en mi infancia días duros en la escuela, con miedo a la
bofetada que podía recibir si no había hecho bien los deberes o si cometía un
error de cálculo a la hora de solucionar una operación aritmética. No consiste en eso, pero tampoco en facilitar el
camino sin que ninguna de las actividades pueda generar la más mínima
frustración en los niños/as. Deben aprender a conllevar estas situaciones, y si
logran hacerlo en la escuela, donde las consecuencias pueden mediatizarse y matizarse mejor
que mejor. No pasa nada por obtener una mala calificación en un momento determinado,
si logramos hacer entender en el niño/a que se trata de una consecuencia de una
mala actitud. No pasa nada por aprender a realizar una evaluación sobre el
proceso por parte del alumno/a a través de una frustración, donde comience a
modificar actos y actitudes, donde aprenda que lo importante no es ser
perfecto, por mucho que tus padres te quieran ver así, sino que es mucho más
interesante ver cuando hemos actuado mal y saber como rectificarlo.
Nunca es conveniente buscar
justificaciones externas a una mala conducta, aunque como padres lo busquemos
como primera solución, es mucho más importante aprender a ser empático, darnos
cuenta de a quien ha afectado nuestra actitud, y hacer lo posible para reparar
y compensar el daño causado con nuestra actuación.
En las tutorías les digo a
los padres/madres que no hay que estar sujetando a los niños/as para que no se
caigan, que hay que dejarles caer, evitando que el golpe sea muy fuerte, eso
sí, aunque deben llevárselo, y enseñarles a levantarse con rapidez y con más fuerza.
Cuando se accede a la edad
adulta, la vida te golpea con multitud de injusticias en todos los campos, si
desde pequeños hemos aprendido a afrontarlas, a conllevarlas y a sacar el máximo
provecho de cada situación, intentando que nos genere la menor ansiedad
posible, habremos recibido de la escuela la mejor de las enseñanzas.
Pero raramente se tiene en cuenta esta premisa, a veces los docentes nos
instalamos en el sentido de la justicia que creemos que da una determinada
calificación de una prueba escrita, nos subimos en un pedetal y nos mostramos inflexibles desde este
punto. Esgrimimos que es problema del alumno/a y de su capacidad de esfuerzo,
pero no le damos ninguna otra alternativa desde nuestra posición en la escala escolar. La motivación al alumno debe ser otra,
puesto que si no buscamos una alternativa pedagógica a esta situación,
lograremos dos reacciones y las dos negativas. La primera una angustia hacia el fracaso que hemos
descrito antes, con una paralización emocional por parte del alumno/a, casi
siempre mal gestionada. La segunda una desafección hacia las tareas propuestas
que acaba en el desinterés por lo escolar y el abandono futuro.
Todo esto es mejorable desde
dos actuaciones docentes, individualizar el proceso y evaluar constantemente el mismo.
Formar personas competentes debe centrarse en este punto como primer paso. No
servirá de nada conseguir que un alumno sea capaz, en un futuro, de
solucionar un problema complejo, si no logramos, lo primero, que ante las
dificultades, que seguro que le irán surgiendo, no se arrugue y desista del
trabajo emprendido.
Para ello los docentes debemos
ser conscientes, y enfocar el proceso educativo desde esta premisa. Por otro
lado, los padres/madres tienen que tirar del mismo carro, y en la sociedad actual no es lo habitual. No pueden
excusar a sus hijos/as tras un error, no se debe apelar a excusas externas, hay que asumir las imperfecciones de los hijos/as y aprovechar los fallos como elementos de
partida sin llegar a ver una falsa estigmatización de sus hijos/as. Educar no consiste
en evitar que los niños/as vean las consecuencias de sus errores, educar es
abrazarles, pero hacerles comprender la forma en la que deben actuar en un futuro para evitar
cometerlos y explicarles que no pasa nada por afrontar las consecuencias de los
mismos, si se ha reconocido que se puede actuar mejor.
IMAGEN ALBA LAMUELA
miércoles, 26 de abril de 2017
EL PRESTIGIO SOCIAL SOLO SE LOGRA CON LA PROFESIONALIDAD.
Las vacaciones de los docentes es uno de los temas de conversación
preferidos en los mentideros de nuestra sociedad. Todo el mundo critica la gran
cantidad de días sin clase que tenemos, y su deseo de alargar nuestra jornada
laboral. No es cuestión de volver a enumerar las razones que motivan la
realización del calendario escolar. Que si lo que se tiene en cuenta son las
jornadas de los niños y no de los profesionales, que si el calendario escolar
no corresponde al laboral de los docentes, que si las horas lectivas diarias no
son las que están los maestros en el colegio, que si la labor del docente no
acaba sino que empieza en el aula con la docencia directa, en fin es una
tradición la de valorar negativamente las vacaciones de los docentes y da igual
las razones que se argumenten, se ha convertido en un paradigma.
Por otro lado, no podemos negar
que son más amplias que la del resto de colectivos, que no es algo de lo que
podamos quejarnos, y que debemos valorar esta circunstancia como una
gratificación profesional que no disponen otras profesiones.
Pero que no debamos ir a clase
no significa, ni mucho menos, que desconectemos de nuestro trabajo, y que no
estemos trabajando de hecho; lo que no ocurre en la mayoría del mundo
profesional.
Actualmente, estoy realizando
una operación bancaria con una entidad de prestigio. Dicha operación tiene un
determinado proceso interno, ni mucho menos corto, que si se tratase de la
administración denominaríamos burocracia mejorable. Pues bien, por determinados
problemas de personal de la entidad, la burocracia interna está paralizada, y
mi operación retenida, lo que me está ocasionando algún problema. La cuestión
es que la capacitación y el prestigio profesional del personal bancario está
muy valorado en la sociedad, nadie se plantea si tienen muchas o pocas
vacaciones o si están bien o mal pagados, otra cosa muy distinta es el
prestigio social de las entidades bancarias.
Un docente, a pesar de estar en
periodo vacacional, en festivo, o en cualquier momento, no dejaría de pensar
en el problema que está teniendo un niño/a determinado y buscaría soluciones
a aplicar. El empleado de banca tiene la suerte de que cuando toca acabar la
jornada, la acaba, y hasta el día siguiente no tiene que pensar en la solución.
No digo que no haya responsables de sucursales que estén atentos a sus clientes
en horas intempestivas, pero por lo general es una presión añadida
individualmente, no va con las obligaciones profesionales. En los docentes sí
que es así, la jornada no acaba ni mucho menos cuando se sale del recinto
escolar, no existe un horario al que fijarse y desentenderse de los retos
profesionales, por ello mismo es llamada una profesión vocacional.
Cuando alguien decide dedicarse
a la docencia no está pensando, en absoluto, en la cantidad de días de
vacaciones que va a disponer a lo largo de su vida laboral, está pensando en el
reto que supone mejorar el proceso educativo de los niños/as, en como desde su
trabajo tiene la posibilidad de mejorar la sociedad en la que vive, y como así
puede cambiar el futuro de los niños con los que está interactuando. No es ni
mejor ni peor ser docente o empleado de banca, es diferente, unas profesiones
tienen unas ventajas y unos inconvenientes y viceversa; lo que no es justo con
el resto de colectivos profesionales, es que veamos las ventajas y no la
totalidad de la labor, que hagamos juicios de valor sin conocer las situaciones
reales, y que no es que deseemos para nosotros sus ventajas, sino que nos deja
tranquilos que el resto de las profesiones sufran nuestros inconvenientes.
Debemos intentar mejorar nuestra profesión y la sociedad en su conjunto,
desde reivindicaciones positivas, no desde la extensión y generalización
de as cuestiones mejorables.
Sí, es verdad que los docentes
tenemos más vacaciones y un horario en el aula más breve que el que deben
realizar los empleados de banca, pero también es cierto que no hay límites ni
horarios de trabajo cerrados.
Hemos perdido respeto social
por haber perdido el halo de profesionalidad que teníamos antaño. Sin duda es
por nuestra culpa, por habernos dejado embaucar por un sistema editorial que
sustituye las decisiones del docente por las propuestas desde un método
concreto propuesto en los libros de texto, nos hemos dejado engañar y además,
no es que hayamos perdido individualmente autoestima profesional, es que se la
hemos hecho perder al colectivo.
Si yo llamo a un fontanero, no
quiero que sepa montar piezas prefabricadas, que para algunos casos puede ser
la solución más fácil, quiero que sepa ajustarse a mi problema concreto y darme
la mejor solución, aunque para ello deba fabricar una pieza concreta que se
ajuste a la situación.
Hemos perdido ese carisma,
esa consideración, y es por eso que la sociedad solo nos ve como elementos
necesarios, de momento, para mover el engranaje educativo. Pero al no tener ya
esa consideración positiva, la sociedad reclama que no dispongamos de lo que se
consideran "privilegios".La culpa la tenemos nosotros, que no hemos
sabido mantener la consideración que tenían los docentes hace medio siglo,
curiosamente se comienza a perder con la metodología de las fichas y los textos
que se implanta con la llegada de la EGB, motivo para la reflexión.
Debemos cambiarla, porque es sintomático que el docente nominado este
curso al Global Teacher Prize, no haya pisado nunca un aula, y se dedique a
colgar sus clases desde la plataforma Youtube.
Creo que como colectivo debemos
esforzarnos en ver que docente no puede ser cualquiera que tenga una guía del
maestro en la mano, así nos ve el resto de la sociedad. Es necesaria cierta
capacitación, es necesaria la
imaginación didáctica, y por tanto, debemos mostrar que somos un puntal
importante para lograr, en un futuro próximo, una sociedad mejor.
El prestigio social solo se
logra, o se recupera en este caso, a base de profesionalidad, y me parece que o
nos vamos dando prisa, o nuestra profesión, tal y como la entendemos ahora, se
difuminará con el paso de los tiempos, como lo han hecho otras a lo largo de la
historia.
IMAGEN ALBA LAMUELA
domingo, 23 de abril de 2017
COCINANDO EN LA ESCUELA SIN FERRÁN ADRIÁ. La práctica frente a la teoría.
Se está poniendo de moda que muchos personajes relevantes de la
sociedad se conviertan en expertos en educación y nos trasladen a los
docentes su forma de interpretar el hecho educativo. Últimamente Ferrán Adriá, a
través de la fundación telefónica, curiosamente se entremezclan intereses
empresariales con educativos, pero ya estamos tan acostumbrados a este
hecho, que ya no le damos importancia. Pues bien, desde esta plataforma, el
afamado cocinero quiere compartir su método de trabajo, el que tan buen
resultado le ha dado El Bullí, a las aulas. Así, se pueden descargar desde el
programa escuelas creativas, una serie de guías creativas, si redundamos en el término le damos más importancia, con unos premios de
fondo como elemento motivador para la participación.
Son buenas iniciativas, pero ¿de
verdad que es un cocinero el mejor modelo educativo a seguir en los centros
educativos? Sin duda en los centros de secundaria con módulo de restauración
sí, en los demás se pueden utilizar algunas ideas, pero de eso a que sea un
referente, dista un trecho enorme. Que conste que siempre defiendo, en la
entrada anterior de este blog lo desarrollo, que cualquier elemento motivador
de los alumnos, por extraño que pueda parecernos, va a ser adecuado dentro del
proceso educativo. Sí a la cocina, sí a utilizar metodologías
"innovadoras" que proceden de mundos diferentes al escolar, pero no
es necesario convertir a personas que no están relacionadas con el mundo
educativo en "gurús" de la educación, puesto que lo que se consigue
es desarrollar actividades puntuales, que sacien nuestro espíritu innovador momentáneo, pero
que no dejan de ser islas sin conexión con el resto de la actividad que se
desarrolla en el aula.
Así que seguramente, con el
impulso de las teorías del Bullí, podremos ver a muchos niños/as que diseñen un
plato con frutas simulando alguna cara o algún animal. Seguramente, desde aquí, desarrollarán el tema de la comida sana y equilibrada, lo cual es magnífico,
pero seguramente también, todo quedará en este punto.
El tema de la cocina es mucho
más completo que todo esto. Nosotros, en el apoyo de compensación educativa, trabajamos desde aquí, y eso que este curso, con tan solo hora y media a la
semana, no tenemos mucha capacidad de darle un impulso importante.
Pero hemos creado una
empresa de catering, hemos visitado una sucursal bancaria para comprobar la
capacidad crediticia con la que podríamos contar. Hemos acudido a centros
comerciales para la compra de materiales y utensilios. Hemos desarrollado
recetas que pueden ser útiles de cara a la rentabilidad de la empresa
emprendida. Hemos desarrollado una contabilidad, con el fin de comprobar la
sostenibilidad económica de la misma. Hemos llevado a cabo una campaña publicitaria
de nuestros productos. Hemos desarrollado una web que publicita nuestra
empresa, y desde luego, hemos cocinado. Todas estas actividades
multicompetenciales se pueden, y se deben, realizar desde un proyecto de estas
dimensiones, no vale con tocarlo de pasada, y desde luego no es necesario que
una persona famosa sea el referente. Lo necesario es la capacidad del docente
para la motivación del alumnado, y que el primero vea los centros de interés de
nuestra sociedad, y por lo tanto de los niños/as para enfocar desde aquí el
proceso educativo. Seguramente si emprendemos un proyecto, sin tener claras todas las posibilidades anteriores, analizando más la teoría que las posibilidades prácticas, estaremos perdiendo una oportunidad didáctica importante. Creo que últimamente, con el aluvión de teorías innovadoras con el que nos bombardean, los docentes estamos pensando más teóricamente que en las posibilidades didácticas reales. Así, que me parece, que nos encontramos en un punto en el que debemos dedicarle un poco menos de tiempo a pensar en las cosas que puedo hacer y un poco más a hacerlas.
Os dejo el enlace con el blog de la empresa de catering,
LABORDETA´S FORK ¡Ah y estamos abiertos a recibir los pedidos que
surjan!
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