La vuelta a las aulas de este curso está resultando un regreso
mucho más real que las de los últimos seis años. Lo cierto es que las
preocupaciones son menores en número y la angustia que producían los cambios
administrativos de última hora se ven como algo que pasa por la ventanilla del
coche, pero que no se estampa contra tu parabrisas. Es bastante más relajado. La
frase mágica de este bienestar es: "¿qué tengo que hacer?" En
primera persona para que me respondan y no producida en sentido contrario.
Recomiendo a todos los maestros/as que ocupan cargo directivo desde hace tiempo que reflexionen sobre la posibilidad de dar paso a otras personas, a otros compañeros que vengan con ideas e ilusión renovadas, ya no solo por su propia salud, sino por la del centro en el que ejercen. El continuismo, aunque tratemos de evitarlo, da paso a la monotonía y es el peor castigo que puede recibir un colegio.
Recomiendo a todos los maestros/as que ocupan cargo directivo desde hace tiempo que reflexionen sobre la posibilidad de dar paso a otras personas, a otros compañeros que vengan con ideas e ilusión renovadas, ya no solo por su propia salud, sino por la del centro en el que ejercen. El continuismo, aunque tratemos de evitarlo, da paso a la monotonía y es el peor castigo que puede recibir un colegio.
Por otro lado está
la mejor cara de esta situación. La vuelta a las aulas en un tiempo más real, la
posibilidad de poder llevar a cabo más proyectos de maestro. El contacto más
directo con los niños desde una posición mucho más cercana para ellos que la que
les separa de la jefatura de estudios y el peso de la convivencia del colegio.
Estoy con ilusión
renovada, estoy muy muy contento, ha sido una gran decisión. No me arrepiento
de la de la decisión que tomé en su momento de ejercer un cargo directivo, hice lo que tenía que hacer, pero
después de quince cursos de equipo directivo, mi vocación no me permitía
continuar. Creo que era la hora de que otras personas tomasen las riendas de lo
que yo estaba haciendo, y además lo van a hacer muy bien.
Muchas veces los
maestros/as que ejercen la labor directiva de los colegios, tienen miedo a
la vuelta a las aulas, tienen miedo a no responder adecuadamente a todo
aquello que les pedían a los compañeros/as. ERROR, CRASO ERROR, es como si una
gran bocanada de aire fresco entrase a tus pulmones de repente, a no ser de que
en realidad no se quiera ser maestro/a, sino gestor administrativo, conozco
algún caso. Si se da el segundo supuesto, no se es un buen maestro y no se es un buen gestor,
y debería ser la Administración educativa quien les debería retirar en este caso.
No voy a
extenderme mucho por aquí, puesto que entristecería una entrada que en realidad
está llena de alegría.
Un saludo a todos
en el regreso al blog, que se va a centrar, no tanto ya en temas de
organización escolar, sino en posibilidades metodológicas.
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