Decía David Ferrer, el tenista, que le debe gran parte de su éxito profesional a sus rivales. Argumentaba que a mayor nivel de los mismos, más debía mejorar su juego para poder ganar los partidos, luego son en realidad sus rivales los que le han mejorado como jugador.
Esta reflexión del deportista profesional puede extrapolarse a todas las profesiones de nuestra sociedad, incluida la nuestra. Lo deseable es que nuestro nivel de exigencia viniese marcado por nosotros mismos, por superarnos en nuestra práctica docente día a día, sin fijarnos en las circunstancias externas,pero lo cierto es que es muy difícil de mantener esta motivación constante sin dejarnos caer en la rutina y en la autocomplacencia. Cuando competimos con otras personas, otros equipos, o las realidades adversas no existe ese peligro, si dejas de mejorar quedas atrás y te significas negativamente, quizá no ante los demás, pero sí ante ti mismo. Aunque resulte paradójico, esa comparación con agentes externos ayuda a la introspección y a la evaluación interna del proceso profesional.
Nosotros, en nuestro colegio, hace tiempo que tenemos unos handicaps importantes a la hora de atraer a la población escolar. Por un lado nos encontramos en una esquina de la ciudad, no tenemos viviendas al lado del colegio, o mejor dicho, solo las tenemos en un lado del mismo. Por otro lado la cercanía de viviendas sociales, nos lleva a matricular a una gran cantidad de población socialmente deprimida, lo que es un freno para la llegada de población "normalizada". Por lo tanto tenemos que mostrar gran cantidad de fortalezas que compensen nuestros handicaps. Cuando hace años ya veíamos que en el barrio donde estamos ubicados, la población iba envejeciendo, y a consecuencia de ello, las matrículas iban a disminuir, nos dimos cuenta que debíamos intentar ofrecer mejor oferta educativa para poder atraer mayor cantidad de población escolar.
No quiere decir esto, que antes no teníamos ambición de mejora profesional, sí que la teníamos, pero esta se vio espoleada por las circunstancias demográficas.
En ese momento empezamos a analizar y evaluar nuestro proceso educativo en todos los ámbitos, establecimos nuestras señas de identidad y nuestros signos diferenciales positivos, el bilingüismo British Council, y nos esforzamos en mejorarlo y en hacerlo atractivo para las familias.
A partir de aquí analizamos nuestros defectos e intentamos corregirlos, surgió un gran plan de convivencia, que minimiza los handicaps antes citados, incluso ahora podemos presumir de tener un ambiente escolar con los mismos, o incluso menos conflictos que el resto de colegios de la zona. No en vano desde el IES de referencia, donde acuden la mayoría de nuestros alumnos/as, nos comentan que los problemas graves de convivencia que tienen no son con nuestros antiguos alumnos.
También reflexionamos sobre nuestra implicación en la innovación educativa, y nos planteamos una nueva forma de mejorar el hecho educativo, así nos intentamos formar como centro e individualmente, buscando mejores resultados en nuestros alumnos/as, tanto curricular como emocionalmente.
En fin, lo cierto es que queremos mejorar día a día y curso a curso, y gracias a una situación difícil, como la que sufrimos en la matrícula, hemos decidido mejorar como colegio, podríamos haber tomado la decisión de dejarnos llevar y de lamentarnos por nuestra suerte; hubiésemos hecho mal, independientemente de los resultados en cuanto al número de vías que tenemos, lo cierto es que estamos orgullosos de nuestro trabajo, y que sabemos que cada día somos mejores maestros/as. Lo decimos con orgullo, pero sabemos que tenemos mucho que mejorar, y por eso no dejamos de ser conscientes de que seguiremos esforzándonos por mejorar, sin caer en la vanidad.
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