El jueves pasado tuve la suerte de presenciar un concierto de Pablo Milanés, fue fantástico, está en plena forma y tiene setenta y dos años. Seguramente será una de sus últimas giras por España si no es la última. Ese mismo pensamiento que yo estoy expresando ahora también se le habrá pasado al cantante por la cabeza. Si alguien pensase que va a ser el final de su carrera tiene dos opciones, la primera salir del paso de forma fácil, dar un concierto melódico con una guitarra para conseguir los máximos beneficios posibles; y otra acabar por todo lo alto, con una banda con seis grandes músicos y dejándose la piel y la voz en el concierto. Pues bien Pablo ha escogido esta última opción, grandes músicos, gran concierto y gran voz que a pesar de la edad mantiene. Creo que eso es lo coherente, lo honesto y es un honor poder compartir con el artista su obra, que las notas estremezcan tu alma, porque se produce una comunicación entre el músico y el público, la satisfacción del trabajo bien hecho.
Cuando se produjeron las bajadas de sueldo y las congelaciones salariales, una frase muy recurrente en los colegios fue "pueden engañarme en el sueldo, pero no en el trabajo", también hubo plantes a las actividades extraescolares etc. Son actitudes nocivas que además van en contra de nuestro colectivo, de la visión que la sociedad tiene de nosotros. Nuestro trabajo, o mejor dicho la calidad del mismo, no puede verse condicionado por la cantidad de dinero que ganamos o dejamos de ganar, indudablemente es un cuestión muy importante, pero no podemos dejarnos llevar por una rabia, aunque tenga una justificación fundada.
Por ello apelo, al espíritu de Pablo Milanés, a dejarse la piel en cada una de las actividades que preparamos y que realizamos con los niños. No podemos dejar que nos quiten la ilusión de realizar a la perfección este trabajo tan bonito al que nos hemos encomendado. Nadie, y menos nosotros/as mismos, puede arrebatarnos nuestro espíritu juvenil, tengamos la edad que tengamos, estoy seguro que el Pablo Milanés de veinticinco años, no tendría más entusiasmo que el de setenta y dos que me emocionó en el concierto.
Por eso yo no te pido que me bajes una estrella azul, solo te pido que te sientas orgulloso/a por tu trabajo, y que los niños/as, los padres/madres, los compañeros/as también lo estén, porque saben que has sido capaz de dar lo mejor de ti mismo/a.
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