Hoy hemos tenido una pequeña revolución organizativa en el colegio. Un grupo muy numeroso de alumnos/as de sexto curso se han ido para toda la semana a una actividad fuera del centro. Los tres grupos habituales, tanto en actividad cotidiana, como en los grupos flexibles de las áreas British Council, se han reconfigurado en dos temporalmente.
Hoy a primera hora, esta variación de la rutina, ha supuesto un pequeño handicap, pero enseguida nos hemos adaptado a la nueva realidad.
Lo cierto es que esta agrupación temporal es algo que he decidido este fin de semana, y no me había dado tiempo de avisar a los maestros/as para que adaptasen su programación semanal. Cuando lo estaba comentando, una compañera me ha dicho: "no te preocupes, somos maestros". Patricia da por hecho que nuestra capacidad profesional, conlleva una riqueza e imaginación didáctica suficiente como para poder sacar el máximo provecho posible de las circunstancias que se produzcan y cuando se produzcan. Ciertamente así debería de ser, es más, en nuestro colegio se da en una gran mayoría de compañeros/as. Pero todos sabemos que a veces no es así; y lo malo es, que esos compañeros/as que no disponen de la riqueza de recursos necesaria, son los que sientan paradigma en la sociedad que nos rodea.
Algunas veces nos acostumbramos tanto a los libros de texto, que se convierten en una especie de libro sagrado que marca el aprendizaje de nuestros alumnos/as. Si se alteran en alguna forma, tanto cuantitativa como cualitativamente, los marcos de referencia que nos marca la linea editorial que seguimos, sobreviene un bloqueo que se manifiesta con un rechazo a los cambios, aunque sean temporales, que ha propuesto el colegio.
Si desde el comienzo no nos limitásemos a copiar y pegar la programación que propone la editorial elegida, sino que trabajásemos con ella como base, pero realizando todas las variaciones y correcciones que nos pareciesen oportunas, estaríamos preparados/as para cualquier tipo de variación de última hora. Seríamos flexibles en nuestro quehacer diario, y esta flexibilidad, nos daría una riqueza de recursos, que seguro que tenemos, pero que a veces hemos abandonado en el olvido y nos convertiría en mejores profesionales.
Los maestros/as no podemos caer en ser meros electores de empresa editorial; en los colegios concertados ni eso. lLa editorial es elegida por la empresa basándose en criterios económicos. Los maestros/as somos los segundos agentes más importantes en el hecho educativo, solo por detrás de los niños. Debemos recuperar el espíritu de los antiguos maestros de la primera mitad del siglo XX, con pocos recursos eran capaces de sacar el máximo rendimiento de sus alumnos/as. Cuando uno no tiene medios debe agudizar el ingenio. Lo malo es cuando sí los tiene y no los aprovecha, porque se adecúa a la situación establecida. Esto hace que nos olvidemos de nuestra imaginación didáctica y nos acostumbremos a la rutina. Esa imaginación didáctica es lo más rico de lo que dispone un maestro/a profesionalmente, no puede olvidarse de ella, es lo que define su categoría profesional.
Seguir las directrices de una guía preparada por los pedagogos de una editorial es fácil, lo puede hacer cualquiera. Sacar el mayor provecho de cada uno de los alumnos/as, potenciar su aprendizaje de la forma más individualizada posible, fomentar dicho aprendizaje a través del tipo de inteligencia preponderante en cada unos de los discentes y sin olvidar potenciar el resto de las inteligencias, consiguiéndolo de la forma más armónica posible, solo lo consiguen los verdaderos MAESTROS/AS. Si queremos conseguir dar prestigio social a nuestra profesión, tenemos que actuar como verdaderos profesionales, está en nuestra mano y somos capaces de ello. Solo debemos proponérnoslo.
Debemos ser la roca sólida donde se amarren nuestros alumnos/as y no un esquife a la deriva de las mareas que marcan las corrientes editoriales.
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