En una conversación familiar, comentábamos el caso de un niño de catorce
años, que debido a la dejadez de responsabilidad familiar, estaba dando tumbos, a
pesar de sus enormes posibilidades, y de mostrar una gran competencia. Dábamos
por hecho que no tenía muy buena pinta su situación. Mi cuñada, que era la más
próxima al caso, decía que quería ayudarle, pero que le era muy difícil,
además que tenía que tener mucho cuidado, para que la situación no arrastrase a
mi sobrina, muy amiga del muchacho, sin dejar tirado al niño en cuestión.
La familia, con su desestructuración, no estaba actuando, pero la
Administración educativa, solo se limitaba a apartar al alumno por los
problemas que ocasionaba en el IES, sin tener además los docentes del instituto, muchas más armas que
poder utilizar para revertir la situación.
Estoy muy acostumbrado a ver casos de este tipo. Alumnos de mucho
potencial, muy competentes, que sin embargo, por la situación social en la que
viven, no ven más que un futuro oscuro dentro de la marginalidad en la que
ahora mismo discurren sus vidas.
Muchos movimientos sociales creen, que con la sola integración con niños
que disponen de una vida "normalizada", es suficiente. Creen que si se
les señala, integrándolos en un plan específico, se les está marginalizando
todavía más, y que a causa de esta individualización se les retiene en
la situación actual. Pensamientos buenistas que creen, que la sola convivencia con
realidades diferentes a las suyas, las mismas van a ejercer de elemento motivador, y van a
ser el motor de arranque hacia un cambio, que revierta en un futuro su situación
social de marginalidad. A causa de este pensamiento POLÍTICAMENTE CORRECTO,
pero a mi entender ineficaz, se retiró en su día el plan de compensación
educativa, integrando a estos niños/as en la situación de alumnos con necesidades educativas
especiales, que las tienen, pero por causas ajenas a ellos mismos. Esto derivó a que fueran atendidos por
especialistas de pedagogía terapéutica y no por la lista de maestros/as
específica, que tenía carácter voluntario y extra de cupo, o sea, que
engrosaban la plantilla del colegio además de los maestros/as asignados
normalmente. En realidad, apelando a lo moral y correcto, tan solo se trataba
de una medida de ahorro que recaía, una vez más, en el sector más débil del
sistema.
Luego, cuando estos niños/as llegan a la edad adulta, el índice de delincuencia
es mucho más elevado que en otros colectivos, y sin duda, el gasto social que
acarrean es mucho mayor. No me gusta nada tipificar esta situación
económicamente, pero sin duda se trata de la manera actual de medir el grado de
eficiencia. Luego, con quejarnos y lamentarnos de que es un problema educativo,
y con decir que se debe actuar desde la escuela, nos quedamos tranquilos, pero
a la hora de aportar asignaciones económicas, ahí no le damos la preferencia
necesaria, sino todo lo contrario, priorizamos situaciones que están más cercanas
al pensamiento ideológico del poder económico y social. Lo malo, es que para lavar la conciencia, le damos un
tinte moral, diciendo eso de que si lo señalo, los discrimino, sin qurer ver, que es su situación social la que los manda ya discriminados al colegio.
Cuando el SEPRONA, recoge a una cría de rapaz herida, no la abandona en su
medio, diciendo que debe salir adelante por sí misma, no alude a que sería
discriminatorio hacia las demás aves y hacia la herida misma, cuidarla y darle
un tratamiento especial. La recoge, la cura, y cuando está preparada para
valerse por sí sola, la devuelve a su hábitat natural. Por eso mismo, cuando
se dan casos de necesidades de COMPENSACIÓN EDUCATIVA, debido a la realidad
social de los niños/as, no vale con integrarlos en un aula y darles algún apoyo
a lo largo de la jornada escolar. Es necesario crear un "hábitat"
especial, dotar a los niños/as de las herramientas necesarias antes de
integrarlos definitivamente en la dinámica escolar, aunque esta situación a
primera vista pueda parecer discriminatoria y desde luego se haya vuelto
políticamente incorrecta. No podemos olvidar que se trata de niños
competencialmente válidos, y que lo que necesitan son instrumentos y
herramientas para poder desenvolverse, y que una vez adquiridos, son capaces de
desenvolverse en la vida escolar. Por ello digo que SÍ A LA COMPENSACIÓN
EDUCATIVA, y sí a llamarlo como lo que es, sin eufemismos hipócritas, que tan
solo quieren edulcorar una realidad, sin llegar al fondo de las situaciones personales.
Llamándolo postverano no podremos evitar que en el otoño se caigan las hojas de
los árboles.
IMAGEN ALBA LAMUELA
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